Miguel Ángel Dionisio

El torreón de San Martín

Miguel Ángel Dionisio


El pelícano

20/04/2022

A lo largo de la historia humana ha sido frecuente asignar a determinados animales un significado simbólico que les convertía en imágenes de realidades sobrenaturales o sagradas. Los Bestiarios medievales abundan en estas simbologías, aplicadas a seres reales o imaginarios. El arte los utilizó frecuentemente, y encontramos representaciones simbólicas en todas culturas, desde la Antigüedad. El cristianismo no fue ajeno a este uso, de manera que diferentes criaturas se convirtieron en símbolos, metáforas o alegorías de Cristo, la Virgen, los santos, la Iglesia o los sacramentos. Así, el Tetramorfos nos habla de los cuatro evangelistas o la paloma representa al Espíritu Santo.
Entre los diversos animales empleados por la simbología cristiana está el pelícano. Era creencia que esta ave se abría el pecho para alimentar con su propia sangre a sus crías. Por ello devino símbolo de Cristo, de manera particular en referencia a la Eucaristía, memorial de su entrega en la cruz –Santo Tomás de Aquino le llamará, en su conocido himno Adoro te devote, 'pie pellicane'-, apareciendo así en frecuentes representaciones alusivas al misterio eucarístico. Una de ellas la podemos contemplar en el soberbio calvario flamenco que se halla en la puerta de acceso al claustro de San Juan de los Reyes, coronando la cruz, de modo muy similar al que existe en el altar mayor de la iglesia de San Andrés. La del monasterio franciscano dio nombre a dicha puerta, que originalmente no se ubicaba en el emplazamiento actual, como se puede comprobar visitando el blog Toledo Olvidado, en el que se ve cómo estaba originalmente, cuando daba acceso al Museo Provincial.
Pero no les quiero hablar de animales simbólicos, sino de un problema serio que venimos padeciendo en la ciudad de Toledo y que afecta a la calidad del turismo que nos visita. Me refiero a la práctica de ciertos guías turísticos que en más de una ocasión me han dejado estupefacto por las ¿explicaciones? que dan sobre los monumentos de la ciudad. Conozco –y valoro- a muchos guías, excelentes profesionales en su inmensa mayoría, con una óptima preparación, que ayudan a difundir nuestro patrimonio toledano, generando cultura, por ello es de lamentar la existencia paralela de gente que demuestra una incompetencia aterradora, cayendo en simplismos, tergiversaciones o directamente falsedades. Lo he podido comprobar en varias ocasiones, la última ante la susodicha imagen del pelícano, cuya explicación me dejo totalmente estupefacto, aunque hay que reconocer que imaginación desbordante no le faltaba. Desgraciadamente, no es un mal exclusivo de Toledo, y lo he podido observar –y sufrir- en otras ciudades de España,
Toledo tiene una historia lo suficientemente rica, entreverada de un conjunto no menos abundante de leyendas, con la que, en diferentes registros según el nivel del público al que se dirijan, se pueden hacer unas visitas guiadas de calidad e interesantes. No es necesario recurrir ni a la mentira, ni a la invención ni a la anécdota simplista.

ARCHIVADO EN: Toledo, Arte, Cristianismo, Turismo