Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


El mercado de Wuhan

28/05/2020

Hasta el momento, la comunidad científica internacional acepta como hipótesis más probable que el SARS-Cov-2 que ha originado la pandemia proceda de animales salvajes. Es decir, de animales que han sido capturados en la naturaleza donde sobreviven por sus propios medios, no como los que domesticamos para obtener beneficio o los que amaestramos para que no molesten mucho y puedan estar en nuestras casas sin destrozarlas.
Todavía no hay suficientes evidencias que revelen qué especie animal ha sido la portadora del virus y por eso continúan las investigaciones. Sí que se tiene la certeza de que la pandemia de coronavirus se inició en la ciudad de Wuhan y de que con toda probabilidad fue uno de sus mercados el foco inicial del contagio. Un mercado chino, como muchos otros, que ofrece los productos que demandan los compradores pero donde la mercancía se abarrota y las condiciones higiénicas son tan dudosas que el riesgo de propagación de enfermedades es muy alto. Con frecuencia, se nos olvida donde vivimos, pensamos que las condiciones de nuestra vida se reproducen en todos los lugares del mundo y no hay nada más alejado de la realidad. Hay muchos mercados en el mundo sin un control sanitario tan riguroso como el europeo y donde puedes encontrar en un mismo rincón animales vivos, muertos, carne, despojos, aguas contaminadas y alimentos que se preparan para consumir in situ. Mercados donde la mejor forma de conservar la carne es viva porque no hay instalaciones ni cadena de frío. Lo que no se vende va y viene al mercado en unas condiciones tan estresantes para los animales, mucho más si son salvajes, que  favorecen la circulación de patógenos. Normalmente esos mercados, además, suelen encontrarse en ciudades populosas con suburbios sin servicios básicos donde una enfermedad contagiosa tiene difícil contención.
Para reducir el riesgo sanitario, las autoridades chinas han comenzado a dictar normas para prohibir el consumo de animales silvestres. La más reciente ha sido la de la ciudad de Wuhan, aunque prohibir por decreto es más sencillo que cambiar un hábito y erradicar costumbres. Para la cultura china el consumo de carne de animales salvajes es un signo de distinción social y de poder económico. También su medicina tradicional utiliza como ingredientes en sus fórmulas magistrales todo tipo de partes de animales exóticos o no. Hace unos años, Burkina Faso, uno de los países más pobres del mundo, prohibió la venta de piel de burro por la que pagaban interesantes sumas los chinos para sus remedios medicinales, ante el riesgo de perder su cabaña y, con ello, su principal medio de tracción y transporte.
Si detrás de una norma jurídica, de acuerdo con la teoría tridimensional del derecho, necesariamente hay siempre un hecho, un valor moral social que orienta la acción de los individuos y un marco jurídico que los integra, habrá que esperar para ver cuál es el éxito de las prohibiciones.