Alejandro Bermúdez

Con los pies en el suelo

Alejandro Bermúdez


La hora de la responsabilidad, la hora del Estado

21/05/2021

Cuando se tiene principios y un mínimo de lucidez, la obligación de lo que ha de hacerse aparece nítida en el horizonte como faro que marca el camino del puerto.
Tenemos un gobierno que no tiene desperdicio en ningún aspecto de su acción o inacción. Porque es difícil saber cuál de los dos pecados es más grave, si el de sus nefastas acciones o el de sus clamorosas huidas de la responsabilidad.
Pero este es el gobierno que hemos elegido y al que corresponde liderar los destinos políticos de España y sus intereses, nacionales e internacionales, que ahora mismo atraviesan por las tumultuosas aguas de nuestras relaciones con Marruecos.
El problema de los vecinos, sobre todos los del país al que perteneces, es que no hay forma de elegirlos. Son como los naipes en las partidas, hay que jugar las que te tocan. Realmente las relaciones de vecindad tienen siempre su punto de ‘picante’, nunca son placenteras del todo. Si no te disputan un trozo de territorio que a lo largo de la historia cambió varias veces de bandera, se niegan a entregarte a un delincuente que se refugió en su territorio o pretenden impedirte explotar las riquezas marítimas que puedas tener en aguas próximas a ambas costas. En este caso nos ha tocado un vecino tan incómodo como necesario. Con la particularidad de que además no es un sistema democrático y por tanto el bienestar, incluso la vida de su población, no le produce ningún desasosiego.
Resulta incomprensible como puede haber aún en este mundo países en los que se juegue con las vidas de sus ciudadanos sin la más mínima preocupación. Desde nuestra realidad es imposible comprender cómo se puede mandar a adolescentes, incluso a bebés a ahogarse en las aguas del propio país o del país vecino para causarle un problema al vecino. Pero estos países existen y obligación nuestra es saberlo. Es saberlo y prevenirlo. No vale con acusar de sátrapa y dictador a quien ya sabemos que lo es, hay que estar preparados para neutralizar sus embestidas.
Nuestro gobierno ha estado demasiado ocupado huyendo de que puedan relacionarlo con la pandemia y tan enfrascado en diseñar el ‘paraíso’ que será la España de los años cincuenta que se ha olvidado de la gobernanza presente de España. Lo ha cogido el toro sin muleta y sin estoque y nos ha hecho pasar vergüenza, una vergüenza que no se ha quedado en lo doméstico como otras veces, ha alcanzado relevancia mundial. Se ha dejado sorprender e invadir por uno de los ejércitos más peligrosos que pueda existir para un país democrático: un ejército de niños desarmados y hambrientos sobre una armada de flotadores de plástico. Un ejército a cuyos miembros tienes que ayudar a salvar en lugar de combatirlos, a los que tienes que esperar con leche y galletas en lugar de con misiles tierra-mar.
Pese a esta realidad es obligado hacer piña alrededor de nuestro gobierno en pro de la mejor defensa de los intereses de España, es hora de ofrecerle la mano con este fin y con lealtad. Al gobierno le corresponde mantener la firmeza en defensa de nuestras fronteras y una actuación diplomática inteligente para atraerse los mayores apoyos internacionales y humildad para aceptar la ayuda de la oposición en esta empresa.