Juan Bravo

BAJO EL VOLCÁN

Juan Bravo


El candidato Collado

30/11/2020

Que Collado le ha cogido gusto al sillón rectoral es un hecho incuestionable, tanto como que no reparará en medios para conseguirlo una vez más. Con ese fin se presentó el pasado martes en Albacete (gran novedad) con todo el oropel que acostumbra y ofreciendo, como no podía ser de otro modo, el oro y el moro.
Anunció, concretamente, nuevos vicerrectorados, una ampliación del área biosanitaria y la construcción de un edificio polivalente. Todo ello, claro está, si es reelegido. Y ahí está la clave, el si condicional, ese si maldito del que está dispuesto a mostrarse generoso a raudales siempre y cuando pueda seguir cuatro años más en la poltrona. Lo que haga falta, señor Collado; con dinero ajeno bien se puede prometer y bien se puede echar la casa por la ventana (y pensar que aquella prometedora universidad de más de treinta mil alumnos con que empezamos funcionaba perfectamente con una decena de vicerrectores, a palo seco, sin directores académicos y toda esa parafernalia de cargos que ha hecho de la UCLM un gobierno regional paralelo, en el que, a diferencia del de Fuensalida, no se admite la oposición, ni la crítica, aunque sea constructiva, antes bien, se la machaca).
Pero no culpabilicemos al pobre hombre. Él se limita a hacer lo que le enseñaron sus ancestros en el cargo (o sea sus mentores): ten siempre el sublime término de  ‘proyecto’ en los labios, promete lo que no está escrito, allégate voluntades de los dudosos, compra lo que haya o a quien haya que comprar, y luego, cuando ganes, Dios y Page proveerán, y tú a seguir viajando en el AVE Madrid-Ciudad Real y dirigiendo la UCLM desde el cómodo vagón, rodeado siempre de tus fieles asesores y consejeros áulicos.
Pero hombre, y ¿cómo no se le ocurrió antes lo del ‘Vicerrectorado de Salud y Relaciones con las instituciones sanitarias’, antes incluso de que vergonzosamente consintiera usted que la Facultad de Medicina se duplicara? Ahora que, con la lamentable gestión que han venido haciendo, han convertido los campus de Albacete (que llegó a tener trece mil alumnos), Cuenca y Toledo en puras y simples colonias dependientes de la gran Metrópoli de Ciudad Real.
A Albacete, apoyándose en sus incondicionales, que no sé cómo, pero los tiene, le ha venido usted negando el pan y la sal; ha conseguido reducir su alumnado en más de un cuarenta por ciento, y ahora tiene la osadía no sólo de venir alardeando de su buena gestión, sino también de presentarse con tu nueva cohorte haciendo promesas sin ton ni son. No, señor Collado, me parece excesivo.
Todos los que hemos pasado por lo que debería ser el Templo del Saber y que ustedes convirtieron en un mercadillo persa, sabemos lo que ocurrirá el día en que llegue al rectorado una persona inteligente, con amplitud de miras, sin complejos,  ni deudas con nadie, y se ponga a abrir ventanas y a levantar alfombras.
Espero que su programa, a diferencia de los anteriores, perfectamente reflejados en mi novela Naturaleza muerta, esté ahora un poco más lleno de vida, de efectividad, de encanto y de inteligencia, de lo contrario mal vamos. Aunque bien sabemos que los programas, además de que nadie se los lee, están para no cumplirlos.
Mal lo tiene el señor Julián Garde, como mal lo tuvo el antiguo vicerrector de Investigación, el señor Quiles. Con sus métodos, imposturas y ardides, tan bien conocidos por los que los sufrimos, señor Colllado, tan sólo un milagro podría ocurrir que un profesor que no perteneciera al campus de Ciudad Real y al cogollito (que diría Proust) pudiera ostentar el cargo de rector de la UCLM durante cuatro años, para de ese modo dar, por fin, lustre a una institución que vive en el anquilosamiento y se mantiene a base de prebendas. Pero no desesperemos, que milagros más grandes se han visto.