Jesús Morales

Nada particular

Jesús Morales


Ignorada gastronomía de Talavera

19/04/2022

Hace años, muchos años como dicen The Beatles en Help! a Miguel a Miguel Méndez y a mí nos pateaba que gente de cierta preparación como médicos, profesores de instituto y profesionales parecidos siempre decían lo mismo al referirse a Talavera: es una ciudad que está bien pero no tiene nada, semejante idea nos ponía un poco de los nervios hasta que Méndez se decidió a dar rienda suelta a su capacidad de investigador y divulgador con los resultados que todos conocemos: libros, ensayos, investigaciones, divulgación, etc. Desde luego Méndez lleva años demostrando que si hay algo que Talavera no tiene es «nada».
La cosa viene por una tertulia en un programa local donde los contertulios sin hablar de tal cosa -platos de Talavera- se dedicaron a recordar especialidades de ciertos bares lo cual dista de hablar de la gastronomía de Talavera. Pero la cosa llegó a lo insoportable cuando uno de los componentes de la charla aseguró muy seriamente que lo que pasaba es que en realidad nunca hubo un plato verdaderamente de Talavera que pudiera llamarse talaverano. En ese momento la sangre que se me venía revolviendo un poco estalló y no pude menos que llamar a la radio para intervenir en le tertulia en la que tiempo atrás yo mismo he intervine, con los demás una vez a la semana. Como dije en directo sin ánimo de rectificar a nadie lo cierto es que eso de que no hay platos que sean  de Talavera o de la tierra de Talavera, es un fallo de muy grueso calibre. Están desde los extraordinarios pichones de los que escuché a Iñaki Olyarbide hablar en televisión, hasta los antiguos platos con anguila preparada a la talaverana, ya desaparecidos por la sencilla razón de que los pantanos construidos entre la desembocadura del Tajo en el mar  el remonte de las aguas del resbaladizo pez le hace imposible llegar hasta el Puente Viejo de Talavera, exactamente hasta el llamado «ojo del caballo» que al parecer era el mejor lugar de pesca. 
Hay mucho más. Como tierra castellana en Talavera el cocido tiene la particularidad de que los sempiternos garbanzos se completan con un puñado de judías blancas, el restaurante La Montearegueña consiguió un premio nacional de gastronomía por el modo en el que preparaba las carillas, que encontraron en Talavera su hogar; el Frescandor de Lucillos a base de bacalao y cebolla; los o las puches postre que reina por los Santos de toda la comarca; o las famosas caridades, humilde bollito que compartimos con Ciudad Real. Hasta el cierre de una famosa panadería de la ciudad se hacía allí una pieza de pan llama Barra Planchada o Talaverana que como todo en esta ciudad careció de voluntad e interés para que no se perdiera cuando la tahona cerró por jubilación o lo que fuera.
Ya ven si en Talavera hay gastronomía para dar y regalar, lo que ocurre como en tantas otras cosas es que lo más socorrido es decir que de lo que sea no hay nada causándonos mucho daño a nosotros mismos.
No hace falta que nos arrastren por el suelo. Ya nos arrastramos nosotros bastante.