José María San Román Cutanda

A Vuelapluma

José María San Román Cutanda


Las impresiones de la señora Margarita

18/04/2022

La señora Margarita es una mujer veterana, de estas personas que están tocadas por una envidiable 'mundología' y por un admirable sentido común. Su criterio es siempre pausado, propio de su edad, y cuenta con el aval de la experiencia de más de siete décadas y media de vida. Veteranía vital que no le impide sin embargo ser jovial y estar al día de lo importante. Por eso me gusta tanto hablar con ella. No hay semana en la que no me llame a preguntarme cómo estamos todos en casa, para contarme algún chascarrillo agradable y para comentarme asuntos relacionados con esta columna semanal.
Anoche, la señora Margarita me llamó. Por fin se ha recuperado de una mala caída en la puerta de su casa por culpa de unos adoquines que están aún por arreglar. Y me llamó para hablar un poco sobre estos últimos días de Semana Santa. Me contó que había salido poco, pero que había visto alguna procesión. Estaba agradablemente sorprendida de haber vuelto a ver la ciudad con bullicio, con gente por las calles y con los bares llenos. «Por fin vamos saliendo del bicho, hijo, que ya es hora», me decía. Lo que le dio más pena fue ver que había pocos cofrades en algunas cofradías saliendo en procesión junto a sus imágenes. Doña Margarita no pertenece a ninguna cofradía en Toledo, pero es muy devota de la Virgen de la Soledad, quizá la que procesiona con más número de participantes. Y le conmovió verla salir de Santas Justa y Rufina acompañada por un buen número de mujeres junto a Ella. Sin embargo, en otras hermandades había muy poquita gente para las costumbres. Y Margarita, que es observadora, lo notó. Me decía anoche que le daba mucha pena comprobar cómo se pierden las tradiciones poco a poco y que entendía el motivo de que este año en algunas cofradías de mucha solera en Toledo solo iban treinta o cuarenta personas. «Si es que así no se puede -decía–. En cuanto ven una clarita de sol, se van a la playa. Y si nosotros no damos valor a lo nuestro, no van a venir los de fuera a sujetarnos el cirio…». Comentamos un hecho muy positivo, y es que tanto el arzobispo como el obispo auxiliar han procurado acompañar a varias procesiones, y no solo a la del Viernes Santo, que suele ser la más grande. Eso demuestra una cercanía que el pueblo, aunque no lo parezca, agradece bastante. Y también comentamos alguna anécdota como que alguien cogió un varal que no le correspondía por su cargo y de algún concejal que iba un tanto pendiente de saludar a los conocidos que veía durante la procesión. Cosas que pasan.
Ayer, la buena de Margarita terminó su Semana Santa haciendo unas torrijas excepcionales, de las que ya he dado cuenta, y fue a misa de ocho a San Juan de los Reyes. Y ahí se encontró con una escena que le dio cierta impresión. Resulta que había tres coches aparcados en la puerta, como es costumbre cuando se abre la cadena para que aparquen los asistentes a misa, y un autobús de los pequeños cuyo conductor decía tener problemas para poder dar la vuelta y salir de nuevo a la calzada. Margarita me decía que los coches no estorbaban para nada, y que la señal que prohíbe aparcar o estacionar «excepto culto» estaba tapada con una bolsa de basura, lo cual, creo yo, es un poco chapuza. El caso es que los tres conductores acabaron multados, y me dice Margarita que cree que sin necesidad ninguna. La verdad es que, cuando colgué el teléfono, se me ocurrió coger el coche y pasar por allí a ver si lo que me decía mi interlocutora era cierto. Y efectivamente, la señal pequeña estaba tapada con una bolsa de basura, al igual que tampoco había ninguna señal indicativa donde empieza la cadena por la que acceden los coches de que aquello fuese la parada del autobús, lo cual puede dar lugar a una confusión por parte de quienes habitualmente aparcan allí. Quizá, sería más útil y menos confuso desatornillar la parte de debajo de la señal que exceptúa el culto y dar un aviso con una señal en la entrada del recinto. El empacho informativo en cuestiones de tráfico nunca sobra.

ARCHIVADO EN: Semana Santa, Toledo