Francisco García Marquina

EN VERSO LIBRE

Francisco García Marquina


La eterna polarización

29/03/2021

España es un país de costumbres arraigadas, siempre se ha dicho y cierto es, que somos muy dados a mantener las tradiciones y los errores.
Durante el día a día vivimos anclados a los tiempos determinados; porque por causa del pasado se está en el presente tratando de construir el futuro, ¡verdad que es bonita esa reflexión! Por esa razón, el estar sumergidos en las consecuencias que surgen por causa del pasado, conlleva simplemente a tener que aceptarlo y aprender de él para superarlo. Pero es que no es así en todo, amigos.
Nada nos ayuda para el ahora, el quedarse en el recuerdo preguntándonos lo que hubiera pasado si se había dado la cosa que ya no fue, o de otro modo, quedarse en el recuerdo esperando que se reviva en un instante futuro para experimentar lo mismo, que es cosa que no será. Si cabe me viene a la mente aquella frase de ‘Dilectus meus mihi’ de Teresa de Ávila, las de Javier López cuando nos dice que «qué gran peligro es, ser excépticos e ignorantes en los tiempos que corren...»
Pero no voy por ahí en mi reflexión de hoy, no. Voy por otros derroteros. Nos estamos dando cuenta cómo ahora, en esta campaña electoral que se presenta para mayo en la Comunidad de Madrid, vuelve a darse lo que queremos erradicar hace mucho, pero que mucho tiempo, y no somos capaces de conseguirlo: la polarización política, que a la vez, es social, entre los extremos y volvemos a ver eso de los ‘dos Madriles’, o el reflejo de aquellas ‘dos Españas’, la de la derecha -si cabe más radical-, y la de la izquierda, tremendamente volcada hacia su extremo como solución de poder en tiempos revueltos. Vox, Podemos...Podemos, Vox...Vox, Podemos...Podemos, Vox...
¡Dios mío! Cuando creíamos los de mi generación que ya había quedado atrás aquella polarización, más mental que real, en la que recordábamos las dos partes de una España nacional y una España roja, aquello que marcó a nuestros abuelos y padres, sintiendo un peso de conciencia rota que nunca fueron capaces de poder eliminar de su corazón herido; la misma herencia que asumimos algunos de nosotros, herederos de un tiempo de posguerra, primero roído y luego de esperanza con transición y democracia; ahora que nuestros hijos caminan de otra manera, con otro concepto de sociedad, evitando antagonismos, aprendiendo de errores cometidos, jóvenes con nuevos valores, señores del on line y juegos del dígito en virtualización constante, estos chicos que son el futuro, vuelven a encontrarse, ¡otra vez! con la eterna polarización, la que no hay manera de erradicar en este país, la que tanto daño ha hecho y que quiere seguir haciendo, la retrógrada actitud de mecanismos anquilosados, rudos y cornupianos, sin sentido y sin medida.