Miguel Ángel Dionisio

El torreón de San Martín

Miguel Ángel Dionisio


Marcia Belisarda

17/03/2021

Quizá, salvo que sean aficionados a la literatura del siglo XVII, éste nombre no les dirá nada. Y sin embargo, es una de las mayores escritoras que, en el interior de los claustros femeninos del Toledo de la época, desarrollaron una extraordinaria actividad literaria, olvidada e ignorada durante mucho tiempo y que ahora, felizmente, vuelve a salir a la luz.
Su nombre de pila parece ser María Fernández López, profesando con el nombre de María de Santa Isabel en el convento de Santa Fe, de las Comendadoras de Santiago, tal como ha demostrado la investigadora a la que debemos el más profundo estudio sobre su vida, así como la edición de su obra poética completa, Martina Vinatea Recoba, quien la publicó en Nueva York el 2015.
Descubrí la obra de Marcia Belisarda, como tantas veces ocurre en la vida, por casualidad, y quedé fascinado. Es quizá una de las vivencias más entusiasmantes que experimentamos los historiadores, estudiar un tema y, sin buscarlo, descubrir un filón. En este caso, una auténtica veta de oro, pues de la mano de Sor María, he encontrado toda una pléyade de escritoras toledanas que, en la paz de sus conventos, escribieron una abundante y rica literatura. Nombres como Juana de Bayllo, Mariana de Bazán y Mendoza, Sor Estefanía de Ocaña, Sor Catalina de Cristo, Sor Catalina de san Antonio, Mariana de Santa Isabel, María Evangelista, Isabel del Santísimo Sacramento, Isabel de Jesús, OSA; Isabel de Jesús, O.C; María de Frías y Miño, Jerónima de la Asunción – misionera en Filipinas, fundadora de la primera clausura del Lejano Oriente y cuya lápida conmemorativa, como he lamentado en otra ocasión, está a punto de caerse de los muros del convento de Santa Isabel, donde vivió hasta el comienzo de su prodigiosa aventura-, Catalina Gudiel de Peralta, Ana de la Santísima Trinidad, prácticamente olvidados en las historias de la literatura española. Mujeres que, en un mundo masculino, supieron desarrollar su genio creador, igualando a muchos de sus homólogos que sí han pasado a los catálogos de Clío y de Calíope.
Como muestra de las composiciones de Marcia les comparto este soneto, con el que hace una paráfrasis de otro de Lope de Vega:
Si yo las flechas del Amor tuviera, / de vos a todo el mundo enamorara/ y si fuera posible, le obligara/ a que después mi Dios no os ofendiera. / El hombre que os quisiera tanto hiciera/ que de otro ningún bien se le acordara, / su pensamiento a vuestra cruz atara, / porque solo a seguiros atendiera. / Y si pudiera yo, con una llave/ cerrara su deseo presuroso, / cuando la juventud dulce y suave, / se pierde por hallar todo lo hermoso/ y en vos no busca un todo hermoso y grave, / conque su amor tuviera fin dichoso
Redescubrir la obra de estas mujeres no sólo es un acto de justicia, sino un extraordinario deleite estético.