Pilar Gómez

MIS RAZONES

Pilar Gómez


El gran patinazo

13/09/2021

Basta atender a cómo evolucionó el episodio de la falsa agresión homófoba a un joven en el barrio madrileño de Malasaña para llegar a la conclusión de que la izquierda necesita, urgentemente, algún estandarte al que aferrarse, dado su hundimiento general en las encuestas. La realidad es adversa, ahora mismo, a los planes de Pedro Sánchez. Tiene demasiados frentes abiertos y todavía no consigue compensar sus problemas con el agua bendita que le llegue de Bruselas en forma de fondos y de otras alegrías. De ahí lo ocurrido esta semana con el falso episodio de la ‘agresión de odio’ en la que quisieron convertir un arriesgado escarceo sexual por parte de un joven algo inmaduro. Todos los resortes de la izquierda se tensaron para denunciar el hecho y, por supuesto, para señalar a los culpables que eran, fundamentalmente Vox, y luego, la derecha y muy especialmente  Ayuso. Desde miembros del Gobierno, diputados, tertulianos, dirigentes de asociaciones diversas, militantes de chiringuitos, toda la pléyade del oportunismo sectario e identitario se lanzó sobre este asunto para denunciar ‘delitos de odio’ sin que ni siquiera la policía hubiera sacado alguna conclusión razonable y sin que el caso hubiera aterrizado en un juzgado. La realidad vino a poner a todos en su sitio. Un patinazo descomunal, un ridículo sideral.
Una apoteosis de odio para denunciar un presunto delito de tal cosa que nunca lo fue. El propio ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, lejos de mostrarse prudente y evitar declaraciones sobre unos hechos que estaban siendo investigados, se lanzó a la yugular de la tercera fuerza política en el Parlamento, mencionándolo por su nombre, para acusarlo de fomentar, con sus declaraciones y actitudes, este tipo de comportamientos violentos por parte de quienes salen a la caza del que piensa diferente.
Los hechos de Malasaña ponen de manifiesto la desesperación de la izquierda y, muy en particular, del gobierno, que se ve acogotado por una montaña de problemas que es incapaz de resolver. Desde el precio de la luz, asunto que impacta directamente en el bolsillo de millones de españoles, al paro que no cesa, las reclamaciones de los secesionistas, las propias tensiones en el seno del Ejecutivo y un gran rosario de cuestiones sin resolver. Por eso agita episodios como el odio, que se supone que movilizan a su electorado, cada vez más enflaquecido y distante, de acuerdo con lo que muestran todos los sondeos.
Pedro Sánchez no ha sacado rédito a su reciente crisis de Gobierno, con la incorporación de una serie de ministras de perfil muy bajo y sin apenas relevancia social. Intentará ahora relanzar a su maltrecho partido en el 40 Congreso que se celebra en octubre, primer paso hacia las campañas electorales que ya casi se anuncian en Andalucía y Castilla y León, donde todos los pronósticos le pronostican un severo contratiempo.