Miguel Ángel Dionisio

El torreón de San Martín

Miguel Ángel Dionisio


La elegancia del erizo

13/05/2020

Una de las innegables ventajas que nos ha traído el confinamiento ha sido la posibilidad de leer sosegadamente libros que teníamos arrinconados a la espera de un poco de tranquilidad en medio del tráfago en el que estaban sumidas nuestras vidas. Además ha permitido dedicar tiempo a obras que no entraban dentro de nuestros planes de lectura pero que por casualidad, por estar a mano, por ser quizá los libros de que podíamos disponer, de repente se han revelado como un descubrimiento maravilloso, inesperado.
Estos días de encierro he podido leer mucho. En ocasiones ha sido una desatada bibliofagia que me ha hecho devorar todo tipo de literatura, sobre todo, y he aquí la sorpresa y el gran descubrimiento, francesa contemporánea. Leer diferentes autores franceses, la mayoría traducidos por la editorial Seix Barral o Salamandra, ha sido un delicioso placer, que me ha proporcionado momentos de gran intensidad y belleza. Obras llenas de ternura, de humanidad, de humor que reconcilia con la vida, de optimismo; personajes entrañables, que muestran cómo, a pesar de todo, la vida es hermosa y vale la pena. En medio del dolor y la oscuridad de la pandemia, estos libros han sido luz, antídoto contra el desánimo y la tristeza, lenitivo para el espíritu. He descubierto escritoras, pues casi todas son mujeres, capaces de transmitir diversión entreverada de optimismo y de construir una delicada poesía por medio de una prosa sugerente y rica.
Valérie Tong Cuong, con su Divina Providencia, me acercó a un grupo dispar de personajes que, debido a azares inesperados, pueden dar un giro a sus vidas que les libera del peso de una historia que les esclavizaba. Philippe Claudel, el único varón, me ha acercado, a través de La nieta del señor Linh al drama de los desterrados que se aferran a la vida, tratando de preservar, en medio del exilio y la soledad, su identidad; una bellísima historia de amistad y de esperanza. Bárbara Constantine es otra autora que te reconcilia con lo más auténtico de la existencia, con sendas obras, Tom, pequeño Tom, hombrecito Tom y Al mal tiempo, mejor cara, que nos hacen reír y pensar en la necesidad de una sociedad más solidaria, que sepa descubrir el valor de los ancianos y la necesidad de saber dar a los demás otra oportunidad. Por último están los libros de Muriel Barbery, que he leído a partir del último publicado, La vida de los elfos, siguiendo por el primero que escribió, Rapsodia Gourmet, para concluir con La elegancia del erizo, mi preferida, un canto a la amistad, con su capacidad de redención y liberación; una auténtica joya con la que he podido disfrutar horas maravillosas.
En estos días tristes se hacen realidad las palabras de Tomás de Kempis «he buscado el sosiego en todas partes, y sólo lo he encontrado sentado en un rincón apartado, con un libro en las manos».