Este calor desaforado es la noticia que con la que  abren todos los días los telediarios.  Los veranos antiguos trataban el calor como  una serpiente de verano, es decir una información liviana, sin fundamento y entretenida. Ahora, en cambio, el calor se ha convertido  en  un dragón real que nos  achicharra. ¿Será este el mismo sol bajo el que se tuestan  en piscinas y playas turistas nacionales y extranjeros? ¿Quién se atreve a salir a la calle a las cuatro de la tarde en Toledo con una temperatura de 41 o 42 grados para arriba?  Ya es algo más que una noticia pasajera, según se anuncia en esos  informativos en los que se repite hasta el apocalipsis que 'lo peor está por llegar'. ¿Pueden ser los veranos futuros más calurosos, más secos, con más incendios incontrolables  y con más fallecidos por calor?  Las previsiones apuntan a que sí, que los siguientes años serán más malos y nos traerán más desgracias.  ¿Cómo viviremos en los meses y días hirvientes de los veranos toledanos, que antes del cambio climático, asustaban a Rilke? ¿Nos preparamos para reducir los efectos devastadores de ese futuro ya no tan hipotético?
Es el momento  de responder a estas cuestiones y expresarlo en documentos. Es la oportunidad para buscar  formulas que posibiliten minimizar los riesgos de un cambio que parece inexorable. Las ciudades del futuro son las  del presente, pero  construidas con parámetros del pasado. Nadie podía pensar en el cambio climático cuando se fue creando el centro histórico de Toledo. Pero tampoco se hizo cuando se construyeron las viviendas de los barrios recientes, que más se asemejan a lugares destartalados que a espacios de una ciudad amable. Habrá que transformar la ciudad heredada en una  ciudad adaptada a las nuevas exigencias del clima. De ahí la necesidad de recoger en el nuevo POM un titulo amplio dedicado a la rehabilitación no ya solo de viviendas y edificios, sino también de calles, carreteras, plazas, veredas,  espacios vacíos. Las rehabilitaciones tendrán que ser  profundas, integrales, planificadas, naturalizadas, para cambiar las ciudades, pensadas para otras circunstancias, en ciudades sostenibles. El urbanismo ecológico  convertirá a las ciudades en lugares más habitables y con mayor calidad de vida. Serán ciudades habitables.