Javier López

NUEVO SURCO

Javier López


Ante la batalla decisiva

17/03/2021

Es un no-parar. España está en estado de convulsión continua. Ahora ya sabemos el próximo destino de Pablo Iglesias: hacer fuerza en el bloque de izquierdas para disputarle la presidencia de la CAM  a Isabel Díaz Ayuso.  Se lo anota en su cuenta como un sacrificio frente al fascismo, aunque lo cierto es que es un intento desesperado por ganar foco, retirarse de la gestión, en la que no hace mucho, y salvar algún mueble en su naufragio. En realidad, Pablo Iglesias, una vez pasado el fulgor inicial con la irrupción de Podemos, el asalto a los cielos y todo aquello, lleva ya demasiado tiempo salvando algunos muebles de su encomienda particular. Teresa Rodríguez, desde Andalucía, le califica como un inmaduro incapaz de comprometerse en algo de forma duradera. Se lo tenía guardado la gaditana.
La batalla promete, con dos focos de polarización brutal. La jugada, que le pilló a Pedro Sánchez poniendo flores en la tumba de Manuel Azaña en compañía de Emmanuel Macron, conseguirá llevar la polarización al máximo y propiciará una movilización superlativa de todo lo que hay desde el centro a la derecha, y veremos si sucede lo mismo en el otro campo de juego. Lo seguro es que a cierto votante urbano del PSOE, muy en su línea de preferencias con la candidatura de  Ángel Gabilondo que no sabemos si se concretará o no, le da cien patadas ver a Pablo Iglesias enseñoreándose en el escenario del lado izquierdo casi a modo de maestro de ceremonias. ¿Se movilizará tanto la izquierda como la derecha?. ¿Conseguirá representación Ciudadanos?. Son preguntas claves que determinarán lo que ocurra tras el cuatro de mayo en unas elecciones madrileñas que se han convertido en la punta de lanza de lo que pueda ir ocurriendo políticamente en el país durante los próximos años. Es seguro que el efecto Iglesias moverá votos de la abstención al PP, y está por ver si su presencia en la convocatoria electoral consigue dotar de vigor a todo lo que hay a la izquierda del PSOE que corría serio peligro de languidecer. De momento, no hay unidad a la vista. «Las mujeres estamos hartas de hacer el trabajo sucio para luego tenernos que apartar», dice Mónica García de Más Madrid.
Se la juega Isabel Díaz Ayuso, pero se la juega Pablo Casado porque si el PP no gobierna en Madrid tendrá una continuidad más complicada que hasta ahora. La izquierda sabe que conquistando la plaza madrileña pueden dar un fuelle impagable a un buen puñado de años de gobierno en toda España, más concretamente, a esa izquierda diseñada por Pedro Sánchez tras su investidura: una geometría variable con los apoyos de Podemos y de los grupos independentistas. Con todo, ese equilibrio es tan frágil que amenaza con romperse en cualquier momento, de ahí que Sánchez acariciara la posibilidad de sustituir el elemento independentista, de nuevo con visos de echarse al monte, por un Ciudadanos dispuesto a redefinir su discurso.
Así está la batalla planteada. Las elecciones madrileñas no serán unas elecciones más, adquieren relevancia nacional y condicionarán lo que ocurra en el país en los próximos años, todo lo que comience a pasarnos en el momento en que España tenga algún síntoma claro de superar la pandemia. Quedará como rastro del terremoto los despojos de una nueva política que con Ciudadanos y Podemos pretendió ser un recambio y que ahora agoniza o tiene serios síntomas de anemia. Vinieron ambos partidos al mundo no hace mucho más de cinco años y parece que tuvieran cerca de cien. Los acorazados del bipartidismo toman posiciones de nuevo llevando a los actores de la nueva política como escoltas en el mejor de los casos, sin expectativas de otra misión.  Solamente falta por ver donde termina lo de Vox. Parece, con demasiada frecuencia, que estuviéramos inmersos en una huida hacia delante en la que todo vale y nada acaba de tener un valor importante. Quizá España necesite aún tocar algún fondo en el que reconstruir con los mimbres del acuerdo básico nacido del sentido común. De momento no sabemos a ciencia cierta cual será el  próximo aldabonazo, quizá una elecciones generales que ya se comienzan a ver como algo próximo en el tiempo. Pedro Sánchez está deseoso de encontrar la oportunidad. La mirada está puesta ahora en Madrid, una batalla decisiva que ha llegado casi sin esperarlo, y eso que todo vive ahora bajo el signo de lo incierto y lo imprevisible.