Ángel Monterrubio

Tente Nublao

Ángel Monterrubio


Las grandes pestes de la historia

10/02/2021

La cultura griega consideraba que en la propagación de las pestes intervenían directamente las divinidades como castigo por algún crimen o acto indigno. No había perdón. Lo vemos en la peste en Tebas descrita por Sófocles en la tragedia Edipo Rey. Esta idea arraigará más tarde en el cristianismo, con una variante, la vuelta a la fe, el reconocimiento del mal cometido y la intercesión de los santos servirá para que cese. Había perdón.
Tucídides es el primer historiador que nos relata el impacto de una peste y sus consecuencias en la Guerra del Peloponeso, una epidemia de fiebre tifoidea, la peste de Atenas, entre el 431 y el 426 a. C. Murieron alrededor de 300.000 personas, acabó con un tercio de la población de la Ática, incluido el propio Pericles, y puso fin al dorado siglo V ateniense.
La primera peste global documentada será la Peste Antonina entre los años 165 y 180. La describió y analizó Galeno. Un foco de viruela hemorrágica «llena de enfermedad y muerte todo el territorio situado entre la tierra de los persas, el Rhin y las Galias“ dice Amiano Marcelino. Se estima una mortalidad en todo el Imperio Romano de entre cuatro y cinco millones de personas y terminó con la llamada ‘Pax Romana’.
La Peste Justiniana, del 541 al 750, es la primera peste bubónica que conocemos causada por la bacteria Yersinia Pestis. Se tiene conocimiento de ella cuando alcanzó la ciudad de Pelusio, en Egipto, en 541. Desde allí remontó la costa de Levante: Gaza, Jerusalén, Antioquía y Constantinopla. En Europa, África y Asia mueren entre 25 y 50 millones de personas. Procopio de Cesaréa y el historiador Juan de Éfeso describieron con gran minuciosidad los síntomas del mal. Fue el origen del debilitamiento del Imperio bizantino y facilitó el desarrollo de los reinos bárbaros de Europa.
La Peste Negra que se inició en 1346, en el puerto comercial de Caffa, Crimea, a orillas del mar Negro, asediada por los mongoles, los mercaderes genoveses huyeron llevando los bacilos a Italia. Se propaga a través de las rutas comerciales. El índice de mortalidad pudo alcanzar el 60 por ciento en el conjunto de Europa sumando las muertes por la infección y las muertes indirectas por el caos social posterior.  De 80 millones de habitantes que había en Europa se reducen a 30 en seis años. La describe Boccaccio en El Decamerón.