Miguel Ángel Dionisio

El torreón de San Martín

Miguel Ángel Dionisio


María Pacheco

04/03/2020

Falta poco más de un mes para conmemorar el centenario del inicio de las Comunidades de Castilla, con la sublevación de Toledo en abril de 1520. Un evento que quizá hubiera merecido una mayor celebración por parte de todos, pues si bien el fenómeno de los comuneros ha sido demasiado mitificado, sobre todo por la historiografía liberal del siglo XIX, no deja de ser un acontecimiento clave en la historia castellana y de Toledo.
Como, a pesar de todo, habrá alguna evocación de aquellos acontecimientos, por otra parte bastante conocidos, no voy a hacer un resumen de los mismos. Pero sí quiero detenerme en una de las figuras más importantes de la guerra de las Comunidades, una mujer que tras la muerte de su marido, Juan de Padilla, en la mal llamada batalla de Villalar –más bien una escaramuza en la que las tropas reales acuchillaron a los infantes comuneros, hundidos en el barro hasta la rodilla-, mantuvo la llama de la rebelión en Toledo. María Pacheco. Una mujer ‘de armas tomar’.
No quiero caer en la mitificación del personaje. Los seres humanos estamos hechos de luces y sombras, no somos ni blanco ni negro, sino más bien estamos pintados a base de diferentes tonos de gris. Sin embargo, no puede minusvalorarse el papel de María López de Mendoza y Pacheco (ese era su nombre completo) en el epílogo del conflicto que enfrentó a las ciudades castellanas y el rey Carlos I. Ella mantuvo la resistencia de Toledo hasta nueve meses después de la derrota de Villalar, e incluso tras el armisticio de La Sisla, volvió a tomar el Alcázar, hasta que, sofocada la rebelión, huyó a Portugal, de donde no pudo regresar, ya que el emperador la exceptuó del perdón general, muriendo en Oporto en 1531.
Descendiente de una de las más nobles familias castellanas, pues era hija de Íñigo López de Mendoza, conde de Tendilla, recibió en su Granada natal una esmerada formación renacentista, adquiriendo conocimientos de griego, latín, matemáticas e historia. La ‘leona de Castilla’, no fue, por tanto, tan sólo una brava luchadora, sino una mujer culta, como tantas otras –muchas olvidadas- en aquellos tiempos fascinantes de la Historia de España. Su memoria pasó a la cultura popular, evocada por la literatura y el cine.
Su hermano, el poeta Diego Hurtado de Mendoza, redactó el hermoso epitafio que sintetiza su vida:
Si preguntas mi nombre, fue María,
Si mi tierra, Granada; mi apellido
De Pacheco y Mendoza, conocido
El uno y el otro más que el claro día
Si mi vida, seguir a mi marido;
Mi muerte en la opinión que él sostenía
España te dirá mi cualidad
Que nunca niega España la verdad.

Hace tiempo señalé la ausencia de monumentos conmemorativos en nuestra ciudad de mujeres ilustres. María Pacheco es una de ellas. La celebración del centenario de las Comunidades sería una buena ocasión para reparar esta injusticia