Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


De mosquitos

20/08/2020

Por razones obvias estamos muy sensibilizados frente a las noticias sanitarias, particularmente si se refieren a enfermedades de etiología vírica, hemos desarrollado menor tolerancia a lo que nos cuentan y reaccionamos como podemos. Aunque en general nos interesemos por aprender más sobre estas cuestiones, no es menos cierto que sigue habiendo posturas recalcitrantes, o negacionistas, y otras que rehúyen del esfuerzo que supone adquirir mejor conocimiento sobre lo que nos rodea, que se me antoja la única manera de conducirte con algo de acierto por la vida.

Hace unos días nos llegaban nuevas sobre un episodio de fiebre del virus del Nilo occidental en unos municipios andaluces. Varias personas estaban ingresadas con meningoencefalitis y lógicamente cundió la alarma entre la población que percibía otra enfermedad vírica fuera de control, llegando incluso a hacer responsables a los pobres caballos.

Esta enfermedad se transmite por artrópodos vectores. Los artrópodos son los invertebrados más abundantes del reino animal y tienen una compleja clasificación que reúne órdenes muy diversos. Como el resto de los seres vivos son indispensables para el correcto funcionamiento de los ecosistemas y tienen su papel en el escenario de la diversidad biológica. Algunos tienen capacidad para transmitir enfermedades a otros animales y al hombre por lo que se denominan artrópodos vectores, siendo por ello relevantes en materia de salud pública y sanidad animal. En su mayoría son arácnidos e insectos, tales como los mosquitos, moscas negras, mosca tse-tse, tábanos, jejenes, flebótomos, pulgas, piojos, chinches, ácaros, ladillas o garrapatas, que transmiten enfermedades como malaria, filariasis, leishmaniosis, fiebre amarilla, dengue, fiebre del valle del Rift o fiebre del virus del oeste del Nilo, entre otras.

En nuestro caso, el virus se mantiene en la naturaleza a través de un ciclo primario de transmisión mosquito-ave-mosquito. El virus pasa al torrente sanguíneo del mosquito cuando pica a las aves reservorios del virus, no enferman, para localizarse en las glándulas salivares. Desde allí, puede pasar a una persona o a un caballo, si el mosquito les pica, desarrollando la enfermedad con los síntomas mencionados. Estos son hospedadores accidentales o finales porque sufren la enfermedad pero no contagian el virus que precisa el concurso del mosquito para vehicularse desde un ave reservorio.

Por tanto, para la aparición de esta enfermedad se necesitan mosquitos vectores, presencia de reservorios y población humana o animal susceptible. Sabemos que el cambio climático y la meteorología influyen en la aparición de enfermedades transmisibles por vectores porque los artrópodos suelen carecer de mecanismos de termorregulación y que los inviernos sean más suaves favorece su supervivencia. Aunque no hay suficientes certezas de que esta sea la causa de la modificación de su distribución geográfica, si es evidente que el transporte, los viajes y las migraciones actuales facilitan su difusión, un mosquito puede viajar cómodamente en un vehículo y recorrerse medio continente en un solo día. También es cierta su capacidad para adaptarse genéticamente a los cambios del entorno, solo son necesarios unos días para una nueva generación de mosquitos, y que el hombre ha modelado un paisaje urbano con jardines húmedos y menos animales insectívoros.