Enrique Sánchez Lubián

En el Camino

Enrique Sánchez Lubián


Cabo de Hornos vírico

15/03/2020

Cruzar las embravecidas aguas del cabo de Hornos es una de las travesías más peligrosas para cualquier navegante. Se cuentan por centenares los barcos allí naufragados. El marinero que conseguía sortearlo, lucía un aro de oro en su oreja, testimoniando la hazaña. Cuando apenas lleva dos meses pilotando su primer gobierno de coalición, la crisis del coronavirus se ha convertido en particular cabo de Hornos para el presidente Sánchez. Hasta ahora las dificultades en su gestión (Cataluña, Delcy Rodríguez, el nombramiento de la nueva fiscal general o los desajustes con sus socios gubernamentales) han fluctuado entre la mar arbolada y la fuerte marejada, pero ha llegado el momento de demostrar firmeza, inteligencia, responsabilidad y estrategia para superar los múltiples escollos que esta pandemia conlleva. De cómo culmine el envite dependerá que su condición de líder salga reforzada o denostada.
Cuantos expertos se dedican a estudiar la gestión de las crisis, consideran que para responder eficazmente a las mismas hay tres elementos imprescindibles: información, coordinación de las partes implicadas y cooperación. Su ajustada conjunción se orienta a minimizar los impactos que toda situación de emergencia conlleva. Además de salvaguardar la salud de los ciudadanos, objetivo prioritario y fundamental en estos momentos, lo que estamos jugándonos es demostrar la solidez del Estado en su conjunto. Se está testando nuestra capacidad colectiva de reacción ante una amenaza inesperada y desconocida. Es preciso que todos adecuemos esfuerzos y comportamientos a cuantas medidas han determinado los expertos y las administraciones, asumiéndolas con responsabilidad para que el caos no se apodere de nosotros, pues entonces la superación del trance se pondrá más cuesta arriba. Los riesgos de la epidemia nos han situado ante un escenario jamás conocido en décadas. Os obligación de todos actuar disciplinadamente, no dejándonos arrastrar por el alarmismo, dando un voto de confianza a quienes gestionan la crisis, pues tiempo habrá luego, si procediese, de cobrar las facturas pendientes. Obligado es, en estos momentos, estar junto a la sanidad pública y a sus trabajadores, que andan ganándose a pulso un gran anillo dorado para sus lóbulos. En nuestras manos está ayudarles a que esta pandemia sea controlada y superada.