Ignacio Ruiz

Cabalito

Ignacio Ruiz


Saludables, no gracias

10/02/2021

Cumplimos 12 meses desde el comienzo de esta desesperante pesadilla y, en lugar de ponerle coto, hemos conseguido lo impensable: lo hemos elevado a la enésima potencia.
Todo el trabajo realizado por la ciencia, en la sociedad, para mejorar nuestra calidad de vida (cuidarnos, chequeos, dieta equilibrada, modo de vida saludable), lo hemos tirado por el retrete.
Nos preocupaban nuestros niños, por el exceso de horas que pasaban delante de las pantallas, y corríamos desde el colegio a las actividades deportivas. Buscábamos que se cuidaran, intentábamos que no fueran tan sedentarios. Nos esforzábamos por buscarles tiempos libres para hacer sus tardes, sus fines de semana y su futuro mucho más saludables. Pero, ya no.
Primero les culpamos de la transmisión comunitaria, y han demostrado, en los colegios, que los niños no son el problema. Los irresponsables son los que no hacen test para solicitar la baja laboral y otro para dar el alta, obligando a los trabajadores públicos/privados a ir a trabajar, a riesgo de contagiar a los compañeros sanos.
Dicen que la culpa es de la hostelería, del turismo, pero los polideportivos siguen cerrados a cal y canto para los menores de 16 años. ¿No hay espacio suficiente para la renovación del aire? ¿Hay exceso de acumulación de CO2 en estas superficies deportivas? Pues arréglenlo. En los puestos de trabajo de las consejerías hay mucha más cercanía y, bien que obligan a los colectivos de riesgo a ir a trabajar y les prohiben el teletrabajo. Los clubes deportivos y monitores están sin actividad física ni económica. El poder adquisitivo de estos profesionales que promovían y dinamizaban el deporte escolar está hundido.
No han creado un plan integral de actividad deportiva infantil adaptado que promueva el trabajo en equipo, el esfuerzo o el ocio a través del deporte. Se ha privado a los niños la capacidad de compartir y jugar. ¿Es difícil decidir? ¡claro! Por eso tienen un puesto y un sueldo privilegiados, para pensar y dar soluciones. Cerrar no es una solución, es una cobardía o una incapacidad manifiesta para buscar soluciones útiles.
Cantaba Mary Poppins «con un poco de azúcar, esa píldora que os dan», pero les están jodiendo la infancia a miles de niños que sólo cumplen con el encierro y el pantallazo virtual .