Ana Nodal de Arce

Me la juego

Ana Nodal de Arce


Lo de la escoba

07/07/2022

Voy a ser clara: Toledo está sucia. Ni escoba de platino ni gaitas. El estado de abandono de las calles, la acumulación de desperdicios, heces de perros, baldosas embadurnadas por diversas sustancias y el aspecto deplorable de los propios contenedores en los que hay que depositar las basuras, muchos de ellos con su elemental engranaje estropeado, confieren una imagen a la ciudad muy alejada de su condición de Patrimonio de la Humanidad.  
¿De quién es la culpa? Por un lado, de un equipo de gobierno que ha mantenido en una dudosa legalidad el contrato de recogida de residuos prorrogado sin venir a cuento; de otra, de la escasez de trabajadores en la empresa y, por último, de los propios vecinos que en vista de que todo da igual, de que esta ciudad se parece cada vez más a la Barcelona de Colau, deciden ignorar las papeleras, a veces rebosantes también es verdad, pasear con sus mascotas a su libre albedrío y utilizar los alcorques como ceniceros.
Ahora bien: podemos estar tranquilos. La alcaldesa ha sentenciado que la próxima adjudicación de este servicio va a suponer «un antes y un después». Esta frase tan tópica se puede analizar de dos formas: si ese 'antes' era como yo lo defino, deplorable, podemos alegrarnos, pero si la limpieza era tan estupenda como para recibir una escoba de platino, lo que viene después tendrá que ser peor. No lo quiero ni pensar.
Mientras, el equipo tolonista, con su concejal Ramón Lorente a la cabeza haciendo alarde de su eterna inspiración, ha decidido que el bolseo en el Casco se mantiene. Ni vecinos ni oposición han conseguido sacar al bueno del edil, respaldado por sus compañeros y el no adscrito, de su empecinamiento en acabar con una de las imágenes más lamentables que ofrece nuestra zona histórica. Esa es la participación que ofrece el gobierno «más progresista de la historia», como clama su líder.
En fin, qué quieren que les diga: lo de dejar las bolsas de basura en una esquina, al albur de gatos, ratas y otras especies, con la consiguiente transmisión de enfermedades, me parece una auténtica barbaridad en pleno siglo XXI. Que el Ayuntamiento ignore a los residentes es despreciable. Y que ahora reculen ante las críticas con fantasiosas soluciones, es de juzgado de guardia.
Así pues, seguimos sin avanzar, con un sistema de limpieza que nos aleja de cualquier ciudad sostenible, moderna y saludable, que lo mismo baldea durante largos minutos que no riega. O es incapaz de retirar unos cristales rotos en la acera del paseo del colesterol. Eso no sé si será el antes o el después.
Los ciudadanos tenemos derecho a exigir unos barrios limpios, porque, sí señores y señoras del gobierno: aquí pagamos muchos impuestos y como ustedes no son muy dados a la transparencia, algunos nos hacemos cruces con el destino del dinero público. Así pues, espero que se piensen lo del bolseo, vana ilusión la mía, que adecenten las calles, que desarrollen campañas de concienciación, que multen a los incívicos y que se dejen de comprar escobas de platino, que no cuela. Aquí hacen falta escobas de esparto y trabajadores y trabajadoras que puedan hacer su labor con dignidad. Que eso de la igualdad se queda en banderas y lazos, pero practicarlo da pereza, ¿a que sí?