Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


La carne falsa no salvará al planeta…

07/07/2022

Estamos, en general, muy familiarizados con la labor que desempeña el IPCC, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas, proporcionando con sus evaluaciones a los gobiernos información científica que pueden utilizar tanto para desarrollar políticas climáticas como para negociar acuerdos internacionales sobre el cambio climático. Este mismo año ha publicado su sexto informe de evaluación: 'AR6 Cambio climático 2022: Impactos, Adaptación y Vulnerabilidad'.
En evaluaciones anteriores, para considerar la sostenibilidad de los sistemas agrarios se tenía en cuenta, casi exclusivamente, el reto global que supone la necesidad de reducir emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), por lo que, en ocasiones, daba pie a debates polarizados, sobre la expansión agrícola insostenible y las dietas desequilibradas, encaminados a la exigencia de impuestos a la carne, a la inversión en I+D de carne sintética, a la promoción de dietas veganas y vegetarianas, a la agricultura de precisión o al desarrollo industrial de nuevos alimentos como las proteínas procedentes de los insectos. En este último informe, sin embargo, se reconoce la interdependencia del clima tanto con los ecosistemas y la biodiversidad como con las sociedades humanas y su vulnerabilidad, por lo que integra mayor conocimiento relativo a las ciencias sociales y económicas que en trabajos anteriores.
Para ello, desde el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente se trabaja en la mejor manera de integrar la dimensión social de la sostenibilidad -Social Life Cycle Assesment (SLCA)- junto con el ciclo de vida para el medio ambiente- Life Cycle Assesment (LCA) y para la economía- Life Cycle Costing (LCC).
De esta manera, la evaluación de ciclo de vida social de los sistemas agrícolas y ganaderos tendría en cuenta como partes interesadas a los trabajadores, a las comunidades locales, a los operadores de la cadena de valor, a los consumidores y a la sociedad en su conjunto. Todos ellos están vinculados directamente con el sistema agrícola o ganadero que se analiza, pero lo normal es que estén muy distanciados geográficamente, por lo que hay que evitar considerar como mejoras las realizadas en una zona geográfica o en una fase de la producción a costa de generar un mayor coste social en otras.
En esta línea, por ejemplo, el IPES FOOD, Panel Internacional de Expertos en Sistemas Alimentarios Sostenibles, que adopta un enfoque sistémico para analizar la naturaleza compleja e interconectada de los desafíos en los sistemas alimentarios, publicó en abril 'La política de la proteína'. Un informe en el que denuncia la competición por las proteínas alternativas con las que se promete reducir el daño al clima, en particular con la carne de laboratorio. Sin embargo, esta puede causar mucho daño al afianzar monopolios agroindustriales y monocultivos, al aumentar la dependencia energética, al promover dietas occidentalizadas con demasiados alimentos procesados, al alargar la cadena de suministro, al favorecer la pérdida del medio de subsistencia de muchas comunidades locales y de su cultura alimentaria tradicional, por lo que, según su análisis, no salvará el planeta.