Antonio Herraiz

DESDE EL ALTO TAJO

Antonio Herraiz


Se buscan culpables

10/12/2021

Se buscan culpables y no precisamente en el Gobierno. Razón: la prensa, esa canallesca cada vez menos canalla. Ni el presidente ni sus ministros están para asumir responsabilidades. A lo más que llega Sánchez es a presumir de haber salvado medio millón de vidas con el confinamiento. No deja de ser un argumento un tanto perverso al que se le puede dar la vuelta fácilmente. De no haber esperado al 8M, ¿cuántas muertes se podrían haber evitado? ¿Cuántos contagios no se habrían producido durante la primera parte de la pandemia de no ser tan negligente en la gestión? Ahí está la razón principal para no admitir las cifras reales. El año pasado fallecieron por Covid 60.358 personas, un 18% más de las muertes que admite el Ministerio de Sanidad en sus registros oficiales. El dato no es de una consultora privada de parte. Lo ha publicado el INE, que, de momento, sigue siendo el Instituto Nacional de Estadística.
A dos semanas justas para que llegue la Navidad, no pregunten en Moncloa por las medidas, que la respuesta va a ser siempre la misma: vacunas y mascarillas. Sin alternativa. Sin un plan B que pueda amortiguar una creciente incidencia, pero sin poner la puntilla a la economía. Nunca antes la responsabilidad individual estuvo tan huérfana. Menos mal que están las comunidades autónomas para localizar un verdugo si vienen mal dadas. Si aciertan, la medalla será para otro. El invento del pasaporte COVID, de dudosa eficacia, al menos está sirviendo para que los que han renegado de las vacunas se las pongan. Para no colapsar los centros de salud, no me pongo la inyección. Para no poner en riesgo a los míos, tampoco. Para poder ir a la tasca, al mesón o al gimnasio, sí. ¿Que funciona más allá del avance de la vacunación? Sánchez nos contará después de Reyes o cuando sea que salvó 100.000 vidas más o la cifra más disparatada que se les ocurra.  
Se buscan culpables, pero solo se señala a los medios de comunicación. Por alarmistas y por no ver venir los riesgos. Valen los dos extremos a la vez en una misma frase.  Por poco rigurosos y por tirar de expertos que saben menos que el cuñado de turno. Igual de contradictorio que lo anterior. Y por saber de pandemias igual que de volcanes. Mire usted, no. Y veinte veces no. Lo de apuntar de forma genérica, sin centrar el tiro hacia quien haya patinado más que acertado, hace tiempo que dejó de funcionar. Otra cosa es que los organismos internacionales como la OMS no siempre hayan atinado, lo que no deja de ser un salvavidas para nuestro Gobierno y para otros muchos. Lo hemos visto con la última variante, bautizada como ómicron.  No hay estudios concluyentes sobre si sortea con extrema facilidad la inmunidad de las vacunas. Han tardado en determinar si es más trasmisible que la variante delta plus. Pero nos han metido miedo desde el primer minuto, como si no tuviéramos suficiente.
España acaba de entrar en riesgo alto y la incidencia no va a dejar de subir hasta mucho después de Navidad, una situación previsible teniendo en cuenta las particularidades de este virus. La gripe se mueve con más facilidad en invierno y este Covid también. Si nos ayudan quienes tienen las herramientas para explicar sin alarmar, igual el personal no se atemoriza aún más. Y, si de paso, los que tienen responsabilidades de Gobierno actúan con criterio suficiente, la ecuación será casi perfecta. Como no se dará, siempre quedarán los periodistas para señalarlos sin piedad.