Miguel Ángel Flores

Amboades

Miguel Ángel Flores


Vino calderoniano

30/05/2022

Qué bueno, los tiempos que al vino se le consideraba y ahora no y tan solo pasó a ser cosa de tabernas sucias y tipos borrachos, pero el autor Eugenio Barea referencia la importancia que si tuvo tiempo atrás: «Los colonos que vienen del norte empiezan a repoblar los campos reconquistados bajo la protección de las órdenes Militares de Calatrava, Santiago y San Juan. En la Mancha, donde confluyen las tierras de Ciudad Real, Toledo, Cuenca y Albacete; Alcázar de San Juan, Argamasilla de Calatrava, Quintanar de la Orden, Socuéllamos, Manzanares, Valdepeñas, con vinos que fueron bravos y toscos, que llegarían a producirse en gran cantidad bajo el apelativo de vinos manchegos. (…) La Mancha, tierra llana que se extiende hacia Poniente hasta Extremadura; a Levante, hasta el reino de Valencia; al norte a la serranía de Cuenca y al sur hasta Sierra Morena. En el siglo XVI los vinos manchegos se extendieron por toda España y por allá por 1.601 por designio de Felipe II se instalaron en la Villa y Corte. Todos los vinos de la Mancha que entraban en Madrid, siempre lo hacían bajo la denominación de origen de vinos de Ciudad Real que procedían de Consuegra, Daimiel, Manzanares y los oriundos de Valdepeñas, el único vino que entraba con denominación propia era el elaborado en Membrilla que adquirió fama bajo la Literatura. La zona manchega de Toledo, llamada entonces La Sagra, daba buenos caldos, figuraban en primer lugar los de Esquivias, sus cosecheros en vista de la buena acogida de sus caldos solicitaron de la Corte que fuera declarado vino precioso lo que les permitían venderlos a mejor precio, se lo concedieron por poco tiempo al serle revocada dicha concesión entonces lo que hacían era llevarlo hasta Valdemoro y de ahí partía ese vino como de esta población y así ganar algo más en sus ventas. Vinos de Lillo, Yepes, Ocaña, y Noblejas lugares donde acudían a surtirse de vino los arrieros vizcaínos. La zona de Orgaz término de Sonseca, Villaminaya, Ajofrín y Mascaraque eran consideradas como una reserva por la comisaria de Abastos, dado que sus caldos añejos eran excelentes y en previsión de que en la Corte faltara el vino. Burgillos y Almonacid, vinos claretes y un vinillo que se denominaba 'ojo de gallo' tipo de vino que fue luego característico de Valdepeñas». Este autor, y no yo, torpe enólogo, hace referencia a que en aquellos tiempos el vino, si tuvo, una importancia vital, que ahora nadie ni quiere, ni le da importancia. Por ello intentaré modestamente volver a esos tiempos, porque en Yepes impartiré una cata calderoniana, el día cinco, para redescubrir el vino que fue para el vino que ahora es, y que creo deberá ser el futuro. Por si alguien duda aún de los vinos.