Jesús Morales

Nada particular

Jesús Morales


Los guarros vuelven por Navidad

31/12/2019

En Talavera puede que no vuelva el Almendro por navidad, ni nos visite algún amigo querido, parientes  añorados o todas esas cosas tan de estos días, lo seguro por lo visto en las primeras fechas navideñas es que los que regresan con puntualidad de reloj atómico al casco viejo talaverano, son los puercos meones, maleducados incívicos, desvergonzados que habitan en Talavera como podrían vivir en cualquier granja porcina de esas que los empresarios murcianos se empeñan en instalar en nuestra desventurada tierra. Se quiso dar vidilla  a las pocas calles que quedan de la vieja ciudad y para ello imaginaron que el ambiente llegaría con hostelería a todo trapo y en el casco viejo se instalaron bares, pubs, restaurantes y ‘loungues’ (eso qué es). La idea no hubiera estado mal de ser Talavera una ciudad normal con gente corriente de educación y modales no digo versallescos, sencillamente del montón pero no. Sabemos del desamor, antipatía, desdén, etc. de los talaveranos por su tierra así que en eso estamos: meadas a plena luz del día, la mugre por doquier, la guarrada  comportamiento habitual, etc. Este caos tiene un responsable que es el ayuntamiento porque la limpieza de las calles es responsabilidad suya y atención que esta cuestión tiene muy poco de ligera y nada de leve, hablamos de un asunto de salud pública y eso son palabras mayores.
Las patrullas de limpieza -¿desinfección?- sirven de poco cuando la porquería y el incivismo de cientos de meadas ya se han vertido y el aire es un asfixiante hedor, gas de orines, peste y eso que en Talavera el casco antiguo es diminuto; el concejal del ramo debe enterarse cómo actúa la policía local de ciudades que cuentan con un casco de verdadera importancia, no hace falta ir lejos Toledo seguro que tiene suficiente experiencia.
Me parece imposible escribir esto pero no tengo más remedio que aceptar que mucho más eficaz que las patrullas de limpieza son otras tantas patrullas de policía local con cuadernos de multa actuando para que los que no saben vivir en sociedad lo aprendan a través del bolsillo. Nunca tuve nada contra el botellón de fin de semana en la calle, incluso pensé que era una manera de que la gente joven se divirtiera igual que hacíamos mis amigos y yo, la diferencia es que en mis días de bebida cuando las ganas de desbeber apretaban, teníamos el váter del local (bar, discoteca, pub, garito) para el desahogo; en el botellón no hay tales servicios y los bebedores para que no les reviente la vejiga mean donde pillan sin importar dónde. Costumbre infecta que ahora se sufre por ejemplo en el pequeño casco viejo de Talavera.  Comprenderán que la moda del botellón no justifica que quienes viven en las calles del casco talaverano tengan que salir a la calle con caretas antigás ciertos días y que las paredes se conviertan en la más dura competencia de los sanitarios Roca.