Ana Nodal de Arce

Me la juego

Ana Nodal de Arce


El mejor año de nuestras vidas

07/01/2021

Les aseguro que he empezado el año henchida de optimismo e ilusión, pero rebelde, tal vez porque la realidad es terca y no conoce de sueños. Ya ven, la buena nueva de la vacuna es cuando menos inquietante, porque parece que los gestores políticos, esos que nos ponen de vuelta y media, nos amenazan con toques de queda cada vez más tempranos, con restricciones de aforo y posibles cierres de bares, otra vez no por Dios,  esos mismos gobernantes que nos tienen en ascuas con sus decisiones, han optado por administrar las dosis llamadas a acabar con la covid, con tranquilidad. Desidia, diría yo. Esto es España y las vacaciones, tras el show mediático del 27 de diciembre, han dado paso a una alarmante calma mientras se anuncian nuevos confinamientos. E incluso nieve. Todo extraordinario.
Prefiero tomarme el asunto con ironía, aunque no dejaré de reivindicar la responsabilidad de los gobiernos, todos, en este desastre que se cobra miles de vidas, mantiene aislados y sin vacunar a nuestros mayores y eleva el paro a unas cifras insoportables Por supuesto, hay gente que sigue a lo suyo, con fiestas ilegales y choques de coche que constituyen en estos tiempos delitos que demuestran su escasa empatía y solidaridad con sus propios compatriotas. Que sean castigados como merecen. Es de justicia.
Mientras,  para hacer este principio de año más llevadero, he preparado una lista de deseos. Ahí va: ¿lo principal? Que se acabe esta pesadilla, que se administren las vacunas, que nos inmunicemos y podamos llevar una vida normal, sin más muertos en soledad. Abrazar a mi madre. Que la economía despegue, que los jóvenes encuentren un horizonte para cumplir sus metas, que no seamos un país de pobres que cobran subsidios, sino que, poco a poco, recuperemos la fortaleza de una economía en la que tanto esfuerzo y recursos han invertido miles de pequeñas empresas que han cerrado o están al borde del abismo. Muy importante: que los partidos políticos se entiendan, acabando con la confrontación extrema que se extiende entre algunos de sus seguidores y que no augura nada bueno. Necesitamos paz, entendimiento, consenso. El que no lo quiera y no trabaje por ello, sobra.
En Toledo, me gustaría que los tolonistas volvieran al diálogo y a la razón, que escucharan a los que saben y que sus decisiones ayuden a que la ciudad y, sobre todo el Casco Histórico, recupere la vida, con vecinos afanados en cuidar su entorno. También deseo que se mime nuestro patrimonio, que nuestros barrios sigan la senda de la prosperidad, con iniciativas dinámicas y rompedoras, como las de la Legua con sus adornos y Reyes Magos esta Navidad.
En política, tal vez la alcaldesa Tolón, ahora que ha cogido carrerilla en la San Silvestre, acelere para quitarle el sillón a Page, allá ellos.  La gente de esta ciudad, los que nacimos aquí y los que se han hecho toledanos, seguro que sacamos ese germen reivindicativo que permanece desde la revuelta comunera y nos ponemos en pie, porque ni nos rendimos ni nos asusta lo que está por venir. Vamos a hacer de 2021 el año en el que recuperemos nuestra salud, nuestra identidad y nuestro futuro. El mejor año de nuestras vidas.