Miguel Ángel Collado

Alma Mater

Miguel Ángel Collado


La banalidad de la estupidez

06/05/2023

En una obra que no llegó a acabar puesto que falleció, Flaubert retrató unos personajes calificados como dos de los mayores idiotas de la literatura: Bouvard y Pécuchet, quienes aspiran a saber de muchas cosas pero carecen de la capacidad para entenderlas; sin embargo, dice el novelista sobre ellos que «una facultad surgió en su espíritu, la de ver la estupidez y no poder ya tolerarla». Porque la simpleza es algo distinto a la estupidez.
Un presunto admirador de Maurizio Costanzo, un famoso periodista y presentador de televisión italiano fallecido hace pocas semanas, se acercó a la capilla ardiente con el objetivo de hacerse un selfie con la viuda. Lo logró, lo difundió en redes y, orgulloso de su hazaña, en el tren de regreso a su lugar de origen telefoneó a un amigo para contárselo entre grandes risas.
También en estas semanas, se ha vuelto a generalizar la publicación en las redes sociales de fotografías de personas en actitud frívola a la entrada de campos de concentración donde se practicó un genocidio que debe avergonzar a toda la humanidad, y ello a pesar de que desde hace ya varios años las autoridades del Memorial de Auschwitz pidan que no se hagan posados no acordes con el respeto a la memoria de las víctimas de un lugar donde se asesinó a un millón de personas. Quien así se comporta no es un individuo perverso, no tiene malas intenciones; simplemente ello es fruto de su inconsciencia, del alejamiento de la realidad; en definitiva, de la estupidez. Los motivos que explican esos comportamientos son banales, quienes los llevan a cabo lo hacen simplemente por estulticia, por creer que eso gusta a los demás, les da popularidad. No piensan en el significado de sus actos sino solamente en difundirlos. Es la apariencia como superación de la esencia lo que nos permite entender que personas normales, medianamente inteligentes, puedan realizar actuaciones extremadamente necias.
Esta trivialidad prosaica siempre ha existido y se ha manifestado con comportamientos disparatados muy diversos. A raíz del incidente de la viuda de Costanzo, Virginio Scotti, otro presentador y exdiputado italiano, recordó cómo hace dos décadas, en el tanatorio donde velaba el cuerpo de su madre, se le acercó un grupo de parientes de otro fallecido a pedirle un autógrafo ante lo cual, después de dudar si darles su merecido, «he mirado a mi madre y he firmado».
Son comportamientos que se aproximan a lo que Philippe Pinel denominó manía sin delirio, que se refleja en actuaciones irracionales de personas con facultades de raciocinio normales. En la época presente, la obsesión por subir contenidos llamativos a las redes ha incrementado estas actitudes de publicar decenas de miles de tuits o posts en poco tiempo para obtener un reconocimiento fácil y en lo que más importa son los seguidores y los 'me gusta' como fin en sí mismos, dedicando varias horas al día en esta actividad y llegando al extremo de asumir riesgos que conducen a algunos a la muerte por hacerse una foto en una situación límite.
Lo expresó perfectamente Dietrich Bonhoeffer: «La estupidez es un enemigo más peligroso del bien que la malicia. Uno puede protestar contra el mal; puede ser expuesto y, si es necesario, impedido por el uso de la fuerza. Contra la estupidez estamos indefensos. Ni las protestas ni el uso de la fuerza logran nada aquí; las razones caen en oídos sordos; …la persona estúpida, en contraste con la maliciosa, está completamente satisfecha de sí misma y, al irritarse fácilmente, se vuelve peligrosa al lanzarse al ataque. Por esta razón, se requiere mayor cautela que con uno malicioso. Nunca más intentaremos persuadir al estúpido con razones, porque es un sinsentido y peligroso».

ARCHIVADO EN: Literatura