Alejandro Ruiz

EL REPLICANTE

Alejandro Ruiz


Los niños de Puigdemont

03/11/2022

Algunos siguen sin darse cuenta de que la educación de niños consentidos y mimados es un riesgo efectivo para la sociedad en la que vivimos. Aquello de que la total complacencia con el menor es la mejor medida para que los menores no se frustren, es un error garrafal que a la larga tiene consecuencias. Los niños consentidos suelen convertirse en adultos inmaduros, incívicos y maleducados que claramente suelen mostrar una nula capacidad de razonar y de discernir. Lógicamente, los límites tampoco han de implicar autoritarismo y negación.
Viene esto al caso por la noticia de que un grupo de veintidós niños de diez años fueron expulsados de un tren por su mal comportamiento. Parece ser que los niños llevaban horas haciendo un ruido excesivo y escandaloso, corriendo y jugando sin parar por todos los vagones, pese a las quejas reiteradas de los demás pasajeros a los dos monitores adultos que los acompañaban.
Pues les faltó tiempo a los padres de los niños para poner el grito en el cielo y amenazar con acciones legales contra Renfe. Hasta el Defensor del Pueblo anda dándole vueltas al asunto para ver si la medida tomada por Renfe podría haber constituido una violación de los derechos de los niños. Y no queda ahí la cosa, como resulta que los niños viajaban en un tren desde Barcelona a León, un descerebrado que por lo visto fue el jefe de gabinete del expresidente Carles Puigdemont, escribió en Twitter que como los niños eran de Cataluña, no volverían a permitir que «estos catalanófonos maltraten a nuestros niños», en referencia a las autoridades de Renfe. De ahí el sarcasmo al referirnos a ellos como los niños de Puigdemont.
En fin, que los pobres niños, ante el apoyo incondicional recibido tras su maravillosa conducta, dudo de que aprendieran la lección. Todo lo contrario, dentro de su burbuja protectora, una vez han sido victimizados, en vez de sacar algo positivo para el desarrollo de su personalidad como individuos responsables, han descubierto el calor y la comprensión a ultranza de su entorno frente a cualquier tipo de comportamiento.
En el futuro, los niños de Puigdemont podrían ser como los cuarenta hooligans británicos que el otro día fueron desalojados del AVE en la estación de Albacete. Estos bandarras, seguidores del Celtic de Glasgow, viajaban desde Alicante a Madrid montando el pollo, bebiendo, molestando a los pasajeros e insultando al personal, hasta que actuó la policía en Albacete bajándolos del tren, lo que provocó un retraso que va a suponer la indemnización de todo el billete al resto de pasajeros. O también como aquellos once individuos que viajaban de despedida de soltero y que, por idénticos motivos, una reciente sentencia les ha obligado a pagar la indemnización que Renfe tuvo que abonar a todos los pasajeros por el retraso que provocaron.
Con nada que los estimulen desde el poder, los niños angelitos de Puigdemont también podrán ser aventajados y honorables miembros de los Comités de Defensa de la República, que todo se andará.