Javier Santamarina

LA LÍNEA GRIS

Javier Santamarina


Ghost in the sell

25/06/2021

Eran justificables las dudas que generaba el proyecto de la Unión Europea en el ámbito académico norteamericano. Su consolidación y crecimiento político tenían que irritar a la par que reducir el margen de maniobra de Estados Unidos en el continente. Su análisis más fino se centraba en la debilidad política del euro, ya que una única moneda sin unidad fiscal, política o presupuestaria no soportaría la primera crisis.

Puede que el euro haya resistido el primer envite, pero la UE se ha perdido en la segunda crisis. Cuando se viene de dos guerras mundiales con millones de muertos, el deseo de paz y la necesidad de cicatrizar las heridas es fácil. Ahora solo nos quedan las películas y los libros para hacernos una vaga idea de qué nivel de barbarie podían desplegar los cultos europeos. Toda esa experiencia ha quedado en el olvido, lo cual es una falta de respeto a los que murieron por nosotros.

La cruda realidad es que Europa está envejeciendo a pasos agigantados, su vigor económico es nulo y nos estamos transformando en un precioso museo; perdón, en un paraíso donde el lobo campará a sus anchas. Es una sociedad que ha perdido la ambición de liderar al carecer de las fuerzas para gestas mayores.

No es el momento de preguntarnos qué hemos hecho mal colectivamente, porque sería más rápido centrarse en cuándo el individuo dejó de sentirse responsable de su porvenir. Lo relevante es qué vamos hacer a partir de aquí.

La primera medida radical debe modificar el desplome de la natalidad. Sin reposición es imposible construir un futuro, porque pagar las pensiones o mantener nuestro bienestar son solo desagradables consecuencias. No va a ser tarea fácil, porque no es solo una cuestión de dinero sino de generosidad. Hay que reducir con contundencia el tamaño del Estado, porque los ingresos fiscales van a caer más rápido que el declive poblacional. Deberíamos recuperar el espíritu marcial, pues un territorio próspero con poca población anima la agresión como la Historia nos ha enseñado múltiples veces. Debemos confiar en la tecnología y en la investigación como motores de riqueza, ya que permiten romper el inmovilismo económico e incluso ecológico.

No es un reto fácil, pero merece la pena intentarlo. Si fracasamos no hace falta que les diga el resultado. Para ello, debemos seguir defendiendo la democracia como único modelo político sano. Los grandes personajes solo traen enormes tragedias colectivas. Prefiero el juego de las ideas.