Bienvenido Maquedano

La espada de madera

Bienvenido Maquedano


La vida de las hormigas

21/07/2020

Phineas y Ferb son dibujos animados estadounidenses. Una vez vi a su creador explicar cómo los dibujaba. En el caso de Phineas, pintaba un triángulo y le ponía ojos, unos pelos en un vértice, y le partía uno de los lados para meter la boca. La estructura de los capítulos es siempre la misma. Los dos hermanastros se inventan una actividad lúdica increíble gracias a sus capacidades científicas, y su hermana Candance intenta reunir pruebas de lo que ella considera escandaloso para mostrárselo a sus despistados padres. De forma paralela, hay otra trama en la que un científico de bata blanca, tan malvado como genial y entrañable, quiere hacer el mal a toda costa, y un ornitorrinco que es a la vez mascota y agente secreto se lo impide. Al final de cada capítulo, las dos tramas se unen, el ornitorrinco chafa los planes diabólicos del científico, y las actividades de Phineas y Ferb desaparecen sin dejar rastro, para desconsuelo de Candance.
En uno de los capítulos, la diversión del día consiste en crear un hormiguero gigante, con hormigas igualmente enormes, y los niños se meten dentro para vivir de cerca la vida de las hormigas, cavando, transportando comida y demás. La incrédula Candance acaba convertida en la reina de la colonia, con su corona dorada de puntas y todo. La cosa parece marchar bien. Se las ingenian para que los insectos produzcan energía, y Phineas le enseña orgulloso los avances a la reina Candance: «Ahora que todo está informatizado, tienen más tiempo para dedicarlo al ocio». Y se ve a las hormigas jugando al ping-pong y al billar. «El ocio -estalla Candance-, ¿y mi cobertura para el móvil? ¡Volved al trabajo, holgazanas! Os lo ordena vuestra reina». En la secuencia siguiente, Candance es arrojada fuera del hormiguero por un agujero. Phineas se asoma al exterior y le dice a su hermana: «¿Qué te parece? Ya han evolucionado tanto que no necesitan monarquía». La escena termina con unas hormigas reunidas en el congreso, con blancas pelucas dieciochescas, y con el presidente diciendo «moción aprobada» mientras remacha sus palabras con un toque de su martillo de madera sobre la mesa.
No recuerdo qué hacen el científico y el ornitorrinco en este capítulo. A lo mejor están muy ocupados en asuntos de pandemias, conspiraciones y manos negras. Lo malo de ser el actor secundario de una serie de dibujos animados es que siempre te crees que tu papel es el protagonista y, como vives en un mundo paralelo, no tienes ningún contacto con las cosas de mayor calado que están sucediendo de forma simultánea. Sin embargo, si algo podemos extraer de las enseñanzas de Phineas y Ferb, es que las tramas siempre acaban por fundirse al final.