Jorge Jaramillo

Mi media Fanega

Jorge Jaramillo


En guardia, mientras dure la guerra

15/12/2019

En quince días termina un año muy largo marcado por unas cuádruples elecciones, despejadas en el escenario autonómico y comunitario, aunque pendiente aún del nacional. Todo va al ralentí en cualquier caso y con mucha continuidad en la acción política.
Un año en el que durante meses, sentimos el silbido de las balas de la guerra comercial entre Estados Unidos y China -como si no fuera con nosotros-, hasta que una de ellas impactó en uno de los motores de la economía agroalimentaria que estaba en pleno vuelo. Desde entonces, mientras dure la guerra, otros sectores siguen en guardia porque aún no sabemos cómo será el golpe del Brexit.
Un 2019 en el que algunos sectores ganaderos fueron levantando cabeza al descomprimirse el mercado, si hablamos del caprino de leche o incluso del ovino que, después del abismo por saturación de oferta tras el tsunami del vacuno, pudo dar salida a las existencias de quesos para recuperar todos los céntimos perdidos. Alguna cooperativa de referencia sigue apuntalando sin embargo sus cimientos tras la marcha de grandes ganaderos por desavenencias internas.
Un ejercicio ni más ni menos difícil para el vino que desde aquella abundante vendimia de 2013 quedó inmunizado a los excedentes aunque trabaje por resolver la excesiva atomización de bodegas y cooperativas. En este sentido, la ligera recuperación de precios de agosto al confirmarse las grandes calidades de la nueva y más corta cosecha animaron las primeras ventas que ahora salen al mercado nacional e internacional. El reto es no perder la paciencia sabiendo que el consumo interno se ha recuperado hasta septiembre, ni más ni menos que un 7,4 por ciento, según la Interprofesional Española del Vino (OIVE) con unas exportaciones además en expansión.
Especialmente denso está resultando el final de década para los olivareros que empezaron vareando en enero una producción récord e histórica que sigue sin venderse por bajos precios. Encaran diciembre entresacando lo poco que ha cuajado y ha dejado la mosca, sin que el mercado dé señales de equilibrio a pesar de la expectativa buena de consumo. Aquí también aconsejan más calma. Porque la crisis -sin demasiados precedentes- forzó y a regañadientes la apertura de la intervención pública de Europa (la última fue en 2012), con un mecanismo de retirada que hace aguas. El próximo martes, cuando se cierre la segunda licitación, comprobaremos si la nueva Comisión Europea que preside la alemana van der Leyen ha pillado el mensaje de los olivareros españoles tras el fiasco de la primera, o son estos, los que tienen que entender el de una Europa muy liberal, reacia a salir al rescate.
En lo climatológico, un año seco y de gran siniestralidad con una sequía que arruinó la cosecha de herbáceos, heló gran parte de la almendra y de las hectáreas nuevas que van entrando en producción que tiene buen precio, soltó algún pedrisco, y devolvió en otoño las lluvias como si quisiera hacer borrón y cuenta nueva.
En el Alto Guadiana, la Confederación dice estar obligada por ley a recortar riegos con una propuesta finalmente más suave, lanzada por la Consejería de Agricultura, que no evitó la protesta de las tres organizaciones y de las cooperativas este pasado jueves.
Aunque reversibles, son tiempos de racionamiento, mientras dure la otra gran guerra: la del Cambio Climático.