Óscar del Hoyo

LA RAYUELA

Óscar del Hoyo

Periodista. Director de Servicios de Prensa Comunes (SPC) y Revista Osaca


Límites

02/04/2023

Nicola Sturgeon era una de las políticas más valoradas del Reino Unido. La que fuera primera ministra escocesa llevó a cabo una gestión impecable durante la pandemia frente al caos y al descontrol que se vivía en Londres de la mano de un Boris Jhonson que celebraba las ya famosas partygates en Downing Street durante el confinamiento. La popularidad de Sturgeon fue in crescendo gracias a su defensa a ultranza de la celebración de un nuevo referéndum de independencia después del fracaso del de 2014, pero su anhelo se quedó en nada, cuando por sorpresa a mediados del pasado mes de febrero presentaba su dimisión como consecuencia de las presiones que estaba recibiendo tras la negativa del Tribunal Supremo a realizar la consulta y por la aprobación de su controvertida ley de reconocimiento de género. La norma había generado un enorme malestar en el seno de su propio partido, sobre todo entre las feministas y lesbianas que consideraban que afectaba directamente al derecho de las mujeres y, al mismo tiempo, facilitaba que los depredadores sexuales pudieran cometer abusos fingiendo ser transgénero, con acceso libre a espacios reservados a féminas como son unos vestuarios.  
La ley, que aprobó el Parlamento escocés el 22 de diciembre pero que fue bloqueada semanas más tarde por el británico en una decisión sin precedentes desde que en 1998 se devolviera el gobierno a Escocia, facilitaba el proceso por el que cualquier individuo podía cambiar de identidad sexual, reducía de los 18 a los 16 la edad para poder realizarlo y suprimía la necesidad de ostentar un informe médico favorable antes de iniciar la transformación. El único requisito era que el demandante se sintiera mujer u hombre.
A pesar de las críticas feroces, Sturgeon continuó defendiendo la norma, incluso llegó a cesar a algún miembro de su gabinete por mostrar públicamente su disconformidad, pero todo saltó por los aires cuando se condenó a un transgénero de 30 años -Isla Bryson- por haber violado a dos chicas cuando era hombre y estaba casado. Adam Graham, así se llamaba antes, demandó un cambio de sexo tras ser acusado por las agresiones sexuales. En un primer momento Bryson ingresó en una prisión de mujeres, pero las protestas de la población escocesa y la declaración de la que fuera su esposa, advirtiendo que había optado por esa opción para que las penas fueran menores y que jamás en su relación tuvo dudas sobre su identidad sexual, provocaron que finalmente acabara en una cárcel de hombres. Sturgeon nunca reconoció que su dimisión estuvo motivada por la polémica que generó la ley, pero es evidente que esa crisis se la llevó por delante.
España también cuenta desde febrero con una norma similar a la de Escocia, aunque en este caso la denominada Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI va más allá. La autodeterminación de sexo se puede solicitar en el registro a partir de los 16 años sin  necesidad de presentar informes médicos o psicológicos que acrediten disforia de género, ni tampoco estar en un proceso de hormonación o haberse sometido a operaciones para modificar la apariencia. Asimismo, los menores de entre 14 y 16 años podrán cambiar su sexo en el registro acompañados de sus padres o tutores legales, mientras que entre los 12 y 14 años, edades complicadas donde ni siquiera está moldeada la personalidad, necesitarán autorización judicial. La modificación legal se realizará en dos fases: primero se rellenará un formulario solicitando el cambio y, en un plazo de tres meses, la persona comparecerá para ratificar su decisión.
En España, parte del movimiento feminista se muestra contrario a la ley, al considerar que ser mujer no es un sentimiento, sino que mujer sólo es aquella que nace siéndolo, respetando los derechos de los transexuales, pero dejando claro que un hombre jamás puede llegar a convertirse en una mujer. Al mismo tiempo, han comenzado a darse casos de hombres que han solicitado el cambio de sexo, como los seis presos de una cárcel de Asturias, que ya han tramitado la solicitud con la finalidad de ser trasladados al módulo de mujeres; uno de ellos fue condenado por abusos sexuales.
La pasada semana un opositor a Policía participó en unas pruebas en Torrelodones y, cuando había lanzado dos veces el balón medicinal de 5 kilogramos destinado a las pruebas físicas de hombres, sacó un papel de su abogado, defendiendo que era mujer. El tercer intento lo hizo con uno de tres kilos y la puntuación fue sobresaliente. Aunque aún no hay una resolución al respecto, la lógica dice que es un fraude de ley en toda regla. Ambos casos, el de los reos y el de este aspirante, evidencian que las normativas, nacional y autonómicas, tienen lagunas.
La polémica no conoce de fronteras y la Federación Internacional de Atletismo prohibió hace unos días que las deportistas trans participen en competiciones femeninas. Justifican su decisión abogando por la equidad. Todo en la vida evoluciona, pero una buena parte de la ciudadanía hoy se pregunta dónde están los límites.