Ignacio Ruiz

Cabalito

Ignacio Ruiz


A Dios rogando

06/06/2020

Es tan rico el refranero español que no hay momento o situación que no tenga un reflejo en la literatura tradicional de nuestra lengua.
Y es que todo lo que estamos viviendo ya lo han vivido, en algún momento, las generaciones que nos han precedido. Véase en lo económico, en lo educativo o en lo social. Cuántas veces haya ocurrido puede ser lo problemático, pero total, lo que no son cuentas, son cuentos.
La historia siempre ha tenido escribas a sueldo de quien obtenía victorias y, para engrandecerlas y convertirlas en hazañas, escribía en grado superlativo las bondades, peligros, obstáculos y hasta las cifras de enemigos caídos en batalla. Siempre se purgaba a los críticos o potencialmente peligrosos, independientemente de la edad que éstos tuvieran.
Hoy en día estamos en las mismas. Se sigue machacando al discrepante, no sólo en las filas gubernamentales, vean la tortura china de Ciudadanos con ese gota a gota autodestructivo y sempiterno del centro político español, o ¿es que se creen que lo del CDS hace 30 años fue diferente? Más inteligentes y motivados que los de entonces no eran éstos, que iban con los colmillos afilados a por un sillón, pura caspa, perdón, casta.
A los extremos les van quedando, cada vez, menos elecciones generales porque la gente, el que vota, lo que no quiere es hablar de golpes de estado, ni debates tabernarios de hooligans que sólo vierten excrecencias en las Cortes Generales, o en las regionales o en las instituciones locales. Nos hacen caer en la trampa de enfrentarnos y perder de vista y el sentido reflexivo ante los verdaderos problemas.
Buscar problemas no es nunca prudente ni oportuno, resolverlos es obligación de los que recibieron la responsabilidad de hacerlo, si no les sale, no quieren o, más grave, no saben, tienen un bonito camino a casa. Dejen las frases y titulares grandilocuentes y trabajen. Menos tontunitas de blanco y negro o tecnicolor y más resolutivos con las cosas del comer.
Los titulares de los periódicos tendrían que estar ya llenos de acciones finalizadas, sin alharacas, sólo información. Sería una demostración de trabajo y más trabajo para que nuestras vidas mejorasen de cuando en cuando. Han demostrado vilmente que prefieren ensuciarse la boca y terminar siempre «con el mazo dando».