Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


Agujeros negros y colores

05/12/2019

Parece que todavía quedan muchas investigaciones y descubrimientos para aclarar la naturaleza del fenómeno de los agujeros negros. Por el momento, hay distintos modelos teóricos, sobre los que los científicos siguen trabajando para explicar su aparición y su efecto en el universo, que poco a poco van proporcionando certezas. Así, por ejemplo, estos días la Academia de Ciencias de China ha comunicado el reciente descubrimiento de un enorme agujero negro con una masa setenta veces mayor que la del sol. Tan grande que, de acuerdo con los conocimientos previos y las teorías aceptadas por la comunidad científica, no debería existir.
Aunque despunta una visión creadora, puesto que al condensar la materia que está en su entorno también tendrían capacidad para formar nuevas estrellas y constituir otras galaxias, para el común de los mortales prima la asociación destructiva tradicional de los agujeros negros. Es decir, un espacio de concentración de masa donde la gravedad es tan intensa que ninguna partícula material puede escapar de su atracción. Ni siquiera la luz y por eso es negro.
Fenómeno curioso que solemos utilizar como metáfora para tratar de hacernos entender, comparándolo con sucesos que escapan del campo de estudio de la astronomía. En este sentido, en un reciente análisis publicado por Credit Suisse sobre el efecto en Japón del envejecimiento demográfico, en un período de inflación estancada, crecimiento deprimido y economía con bajos tipo de interés, utilizaba el símil del agujero negro para alertar al resto de sociedades de la atracción gravitatoria de los tipos cero. Quizá también podría ser un agujero negro las discusiones políticas, partidistas y partisanas, que representan un espacio de tan alta densidad, por lo reconcentrado y salmódico del debate, que si te mueves en su entorno te atrapa, te absorbe y te distrae de cosas verdaderamente interesantes.
Cosas como la reciente aprobación por el Senado mejicano de la Ley de salvaguarda de los conocimientos, cultura e identidad de los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanos. Una norma con la que proteger los derechos de los pueblos originarios sobre su obra cultural colectiva. Cultura y arte popular, brillantes colores y bellas formas de gentes que se inspiran en su relación con la naturaleza y con su comunidad, que copian indiscriminadamente distintas marcas sin reportar ningún beneficio a sus creadores y que, cada vez más,  vemos reproducidos en prendas, joyas o muebles.
Con esta ley se reconoce la titularidad colectiva de los pueblos y comunidades de Méjico sobre los elementos de su cultura e identidad que pueden ofrecer a terceros, lo que les garantiza la justa redistribución por su uso y evita el plagio del talento de estos pueblos sin su consentimiento.
Para terminar una frase atribuida a Tesla, cuyos logros tecnológicos siguen siendo decisivos en la transmisión de la energía, ‘En realidad no me preocupa que quieran robar mis ideas, me preocupa que ellos no las tengan’.