Enrique Belda

LOS POLÍTICOS SOMOS NOSOTROS

Enrique Belda


Otro punto de vista del Ingreso Mínimo Vital

16/06/2020

Para muchos de los que nos sentimos liberales en lo económico, el Ingreso Mínimo Vital para cada persona es una potencial bendición. Se trata, en el fondo, de transferir dinero a la ciudadanía para que lo emplee en su propia vida como necesite, sustituyendo al Poder Público en sus decisiones, pues nadie mejor que cada uno sabe lo que requiere y dónde obtenerlo. Además, en una sociedad capitalista, la consecución de una parte de los derechos humanos, solo se atiende con la posibilidad de acceso a bienes y servicios que no siempre te puede facilitar el Sistema. En potencia, esta cantidad es un acto de fe en la decisión y la capacidad de cada individuo.
Ahora bien, la lagunilla que tiene esta idea excelente, es que ha de convivir necesariamente con la recepción de otras asignaciones individualizadas para los receptores, y los planes de los gobiernos que las quieren implementar chocan con la imposibilidad práctica de sustituir prestaciones ya existentes una vez que se libran estas cantidades. Ejemplo: una unidad familiar recibe una serie de ayudas en materia social, educativa, asistencial, más una serie de beneficios sociales y fiscales de todo orden: en este ambiente sería maravilloso que todo eso se transformara en una cantidad mensual que dotara a los receptores de mayor independencia y dignidad, sacándoles de su pasividad. Pero a veces lo que ocurre es que la cantidad del Ingreso Mínimo ha de ser adicional pues algunos de los beneficiarios no lo canalizan correctamente para las necesidades de su entorno (por ejemplo la abuela, con el dinero que reciba por nietos a su cargo se agencia porros o Torre de Gazate), y los poderes públicos han de proseguir con el sostenimiento de un rosario, inevitable y legalmente exigible, de ayudas de todo tipo.
 Conscientes de ello los gobiernos, al final, limitan el invento a una cantidad que asume este riesgo y que, más que mínimo, es un quiero y no puedo, pues el que verdaderamente lo necesita en la España de hoy, no subsiste con lo que de momento podemos darle (que vaya usted a saber de dónde lo van a sacar en los próximos meses), y tan solo es una alegría para el que se busca la vida ya con ingresos no declarados. Por tanto, bien por la iniciativa, pero habrá que pulirla.
¡Ah! En estos días, personas bienintencionadas han hecho circular cadenas de mensajes pidiendo que se exija a cambio una labor de los receptores (trabajo mínimo vital). Esto se podría pensar si estuviéramos hablando de cantidades mayores equiparables con salarios mínimos, y con beneficiarios que estuvieren en situación de trabajar, lo cual no es el caso, pues mayoritariamente son personas que por edad, capacidad y exclusión no están en disposición de prestar servicio alguno. ¡Qué bueno que haya algo donde ha habido acuerdo de todos!, pero no olvidemos que esta medida va a exigir continuos replanteamientos y un gasto público que no va a tener vuelta atrás una vez se implante. Creo que es dinero bien gastado, pero sin control en los receptores será un pisto.