Ángel Monterrubio

Tente Nublao

Ángel Monterrubio


El Esparragal

14/09/2022

'El Esparragal' era el nombre de una finca, que el crecimiento de Talavera urbanizó a partir de los años 50 del siglo XX, pegada a la ciudad, una vez pasada la Ermita del Prado, lindera con la margen izquierda de la carretera nacional que lleva a Madrid. A finales del siglo XIX se convirtió en la explotación agraria más moderna de todo el entorno. Además de una gran plantación de espárragos, que le dio el nombre, se especializó en frutas:  ciruelas claudias, guindas, peras, manzanas, membrillos, acerolas e higos que se exportaban a Inglaterra y Francia gracias al tren. El negocio adquirió tal importancia que la propia finca contaba con taller propio, dotado de maquinaria de aserrar maderas, para fabricar los envases en los que se transportaban los productos a aquellos países y vivero de árboles que vendía en toda España. La casa de la huerta, incluida dentro de la finca, era una edificación notable con un jardín espectacular que siempre alabaron los viajeros de paso por la ciudad.
En ese momento de esplendor de la finca 'El Esparragal' su dueño era Manuel Caballero González que, además de su gran labor como agricultor reputado al cambiar con éxito el paradigma comercial de los productos hortofrutícolas de la huerta talaverana, lo podemos considerar uno de los pioneros del ciclismo en la ciudad. Manuel Caballero tenía dos bicicletas extraordinarias, una Rudge con neumáticos Palmer y una Gladiator, y con ellas se desplazaba en largos paseos por los caminos y carreteras cercanas. Estaba en estrecho contacto con la Sociedad de Velocipedistas de Madrid, de la que era socio y apoyó en 1895 la creación de la primera gran revista nacional sobre el asunto: 'El Deporte Velocipédico. Revista Semanal ilustrada', que editó su primer número ese año y de la que era director propietario José María Sierra y corresponsal en Talavera Baldomero Portalés.
Manuel Caballero puso a Talavera en el mapa de las rutas favoritas de los cicloturistas y cuando llegaban a la ciudad era su cicerone y los convidaba y alojaba en su casa de la huerta de 'El Esparragal'. En una de esas, se desplazaron hasta Talavera un grupo de velocipedistas de Madrid, junio de 1985, a la cabeza el mismísimo José María Sierra, relatarían toda la peripecia de su aventura del viaje de ida y vuelta, su recibimiento y estancia en Talavera en un extenso artículo en la revista.