Javier D. Bazaga

NOTAS AL PIE

Javier D. Bazaga


Un banco en medio del puente

26/03/2021

Jueves, 25 de marzo de 2021, Madrid. Ayer. En la Plaza de San Juan de la Cruz, junto al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, sentados en un banco, hay un señor de cierta edad y un chico joven. No parecen tener relación. El que aparenta unos 70 años, con chaquetilla, pantalón planchado con raya y zapatos, está leyendo concentrado un periódico. No alcanzo a identificar el ejemplar. Está a gusto, lee tranquilo, se informa con el papel que sostiene en sus manos. Tampoco aprecio ningún gesto de acuerdo o desaprobación. No puedo ver si está leyendo que Toni Cantó se ha pasado al PP de Madrid, después de decir que se dedicaría a sus cosas tras dejar Ciudadanos. O si le escandaliza la declaración de José María Aznar y Mariano Rajoy sobre la caja ‘b’ del PP. Solo lee. Ya sacará él sus propias conclusiones.
Decía que a su lado hay un chaval joven. Viste sudadera con capucha, un pantalón vaquero ceñido que no le terminan de tapar los tobillos aunque el pantalón parece que se esfuerza de lo apretado que está, y deportivas. Él mira un smartphone, nervioso, toca la pantalla con agilidad. Teclea y desliza el dedo consumiendo información. En lo que el señor de cierta edad ha pasado una página del periódico, con la misma postura, mismo cruce de piernas, y misma arruga en el ceño, el joven de su lado ha cambiado de postura varias veces, cruzado y descruzado las piernas, se ha recostado en el respaldo del banco y se ha apoyado con los codos en las rodillas varias veces. Y todo sin dejar de mirar la pantalla.
Es verdad que no podemos comparar dos formas de vida. Hay una generación de por medio, y a cada una hay que valorarla por el entorno y los recursos con los que crece a su alrededor. Pero la tendencia apunta a una actitud reactiva, frente a una más reflexiva. El hoy nos pide reacción e inmediatez. Opinar a cada instante de todo lo que ocurre. Consumir. Responder a los acontecimientos de manera inmediata. El ayer era reflexión y sensatez. Comprender el por qué de esos acontecimientos. ¿He dicho el ayer? Perdón, ellos también son el hoy. Son en los que nos seguimos apoyando los que nos consideramos el hoy para construir ese puente que lleve a nuestros hijos hacia un mañana mejor.
Esta semana hemos conocido que el Gobierno de España prepara una fórmula educativa que sustituya el modelo memorístico con el que todos, con mayor o menor éxito, hemos aprendido ríos y afluentes, cordilleras y sierras, golfos, cabos, islas, países o capitales innombrables. La apuesta es un modelo que incida en la aplicación práctica de esos conocimientos. Que interrelacione materias.
Siempre he defendido la formación práctica, llevar el aprendizaje al terreno, me parece vital en un entorno tan cambiante como en el que vivimos, en el que lo que se enseña en las aulas ha dejado de ser tendencia al terminar el curso. Pero hace falta explicar bien este proyecto, porque no podemos dejar de lado la memoria. Ni olvidar todo aquello en lo que se apoya lo que ahora aprendemos, o lo que ahora somos. Sé que no tardará mucho en que oiga en mi propia casa algo parecido a «¡qué antiguo eres, papá!». Pero en la escena de ese banco vi pasado, vi presente, y vi futuro. Cada uno debe cumplir su función, y a mi me toca hacer que el tráfico sea fluido de un lado al otro del puente. Confío en que el Gobierno también lo hará.