Ana Nodal de Arce

Me la juego

Ana Nodal de Arce


Felices 25

03/11/2022

Me siento como cuando gana tu equipo, ahora son días difíciles, te vienes arriba y alcanzas ese puntito que te hace brillar, te desinhibe y te convierte en la más feliz del mundo. Son instantes, momentos, pero, al fin al cabo, es la vida. Estoy contenta y orgullosa porque La Tribuna de Toledo, este diario en el que me la juego cada jueves, cumple 25 años. Y eso, es un éxito, un logro, fruto de la profesionalidad, el trabajo, el esfuerzo y los sacrificios de un equipo de periodistas que sabe de su oficio y se esmera en contar cada día lo que ocurre en esta tierra, acogiendo firmas diversas, que no son sino un compromiso con una libertad de expresión que peligra bajo el yugo de los poderosos.
Hace 25 años, los que decidimos ser periodistas de provincia, término que algún mediocre utiliza como insulto, fuimos testigos expectantes de una nueva iniciativa que ampliaba la oferta informativa de nuestra ciudad en unos momentos dulces para la profesión. Este último cuarto de siglo ha supuesto una revolución en muchos aspectos no solo en España, sino en el mundo. En Toledo, menos, es cierto, porque aquí hay pocas novedades. En estos años, el periodismo se ha plegado a los dictámenes de la tecnología, se ha pasado al formato digital, primando la inmediatez, incluso al sensacionalismo, publicando a veces noticias sin contrastar en ese afán de ser los primeros, en esa búsqueda desesperada del click de una audiencia muchas veces víctima propicia de esas 'fake', noticias falsas, que se dan como buenas. Y se difunden hasta hacerse virales. Sin importar a quién dañen o qué contengan. Agradezco a La Tribuna que no haya sucumbido a esa esclavitud y mantenga la esencia del buen periodismo.
No nos engañemos: los poderes económicos y políticos se empeñan en diseñar la línea editorial de los medios de comunicación. Y es obvio que todos tenemos derecho a mantener nuestros puestos de trabajo. Esa búsqueda de la verdad que perseguíamos cuando éramos estudiantes en la facultad, se ha dado de bruces con una realidad tozuda que nos ha puesto los pies sobre el suelo. Y para andar con la cabeza alta es necesario hacer muchos quiebros en este mundo donde la información es poder. Y la opinión mueve masas y crea corrientes fáciles de manipular. Ahí está el reto, en mantener el prestigio de un medio, la seriedad, la obligación de informar, tejiendo esos encajes de bolillos complicados, pero no imposibles. Lo demuestra La Tribuna de Toledo.
Hoy tocan halagos, ya ven. Pero, como no sería yo si perdiera mi esencia reivindicativa, espero que algún día los periodistas, que nunca hemos recibido aplausos a las ocho, ni hemos convocado manifestaciones para dignificar nuestra profesión y conseguir salarios más altos, logremos ese reconocimiento que merecemos. Porque, no lo olvidemos, sin periodismo no hay democracia. Sin periodismo libre, añado. Ahí está La Tribuna.
Así pues, celebremos estos años de información, una etapa de luces y sombras, de tropiezos y saltos de altura. Como la vida. Compañeros, gracias por este periódico en papel, por conseguir que la lectura de la prensa se convierta en una bendita rutina que se daba por perdida y por seguir luchando en una profesión hermosa, pero en la que se sufre como un perro. Lo dijo García Márquez. Larga vida a La Tribuna, a sus profesionales y, cómo no, a los más importantes: nuestros queridos lectores.