Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


La tecnología que nos lleva…

07/05/2020

Que la técnica y la tecnología no son neutrales nos lo han señalado muchos pensadores con reflexiones desde el plano filosófico como las de Ortega y Gasset o Heidegger o desde el sociológico como Jacques Ellul.  Algunos como Hanna Arendt creen, tras su amarga experiencia, que por regla general los tecnólogos no entienden ni se preocupan por sus efectos en la sociedad. Son amorales y no se imponen ética alguna. Para otros, como Richard Sennet, el proceso de creación tecnológica conlleva sentir y pensar cómo lograr lo que se persigue. Eso no puede ser amoral pero tampoco implica necesariamente que su logro llegue a ser bueno para la sociedad. Fuera como fuese, para que la tecnología no nos parezca unas veces sospechosa y otras prodigiosa, lo mejor sería formar nuestro sentido crítico porque la tecnología tiene su ética.
El hombre también demuestra su capacidad de ser creador de sí mismo con el progreso tecnológico y una prueba de ello es su aplicación a la contención del Covid-19. La tecnología está ayudando a disminuir la propagación del virus y a reducir sus consecuencias tanto para la salud como para la economía al permitir, a pesar de las restricciones de movimiento, que muchas empresas continúen trabajando y no se paralice por completo la actividad económica del mundo.
El Foro Económico Mundial, como otras organizaciones internacionales, ha creado una Plataforma de Acción COVID que sirve de intercambio y de cooperación. Hace unos días reunía en un artículo las tendencias tecnológicas más relevantes para este fin.
Algunas, como las plataformas de compra por internet, ya tuvieron un gran desarrollo con la difusión del SARS. Ahora son del todo imprescindibles y además impulsan tecnología aplicada a la logística como los robots por las compañías de reparto para evitar el contacto humano. Los métodos de pago digitales, tarjetas de crédito o billeteras electrónicas, sustituyen a los billetes y monedas que son foco de contagio.
Las redes privadas virtuales (VPN), la voz sobre protocolos de internet (VoiP), etc. permiten el trabajo en remoto, aun estando confinados. También son útiles para la formación a distancia que llega a apoyarse en robots-profesores. El internet de las cosas (IoT) permite, con el seguimiento de parámetros clínicos, la asistencia médica a distancia y la tomografía computarizada (CT) facilita el diagnostico. Los museos, bibliotecas, artistas, músicos ponen sus fondos y creaciones al alcance del público a través de plataformas digitales. Las tecnologías mantienen las cadenas de suministro (Supply Chain 4.0) gracias al blockchain, IoT o el Big Data. La impresión 3D permite fabricar piezas sencillas en cualquier momento. Los drones son útiles para desinfectar, alimentar a personas en cuarentena e incluso para pasear perros. La red 5G  asegura una red de Internet estable y veloz para que funcionen bien estas tecnologías.
Todas de incuestionable valor para la sociedad, pero su desarrollo también conlleva un impacto social negativo. Son causa de exclusión para muchas personas, fundamentalmente por falta de cualificación para su uso o de inversiones en infraestructuras necesarias para el avance digital.