Javier López

NUEVO SURCO

Javier López


En vísperas

10/04/2019

En menos de un mes sabremos quien ha ganado las elecciones generales, en menos de dos meses como queda configurado el nuevo mapa autonómico y municipal. Casi nada. Pedro Sánchez convocó elecciones ante el bloqueo presupuestario, y al tiempo emergió una corriente de entusiasmo en el otro lado del espectro dando por hecho que los días del sanchismo tocaban a su fin. Semanas después sucede lo contrario. Hay una sensación generalizada de que Pedro Sánchez continuará en el Poder y pocos apuestan porque a los partidos del centro derecha les salgan las cuentas de la aritmética parlamentaria. Se daba por sentado un pacto a la andaluza para conquistar la Moncloa, y hoy casi ninguna encuesta apuesta porque esta combinación pueda alcanzar la mayoría absoluta. Casado-Rivera-Abascal son como los tres pitorros por donde beben los votantes del botijo de la derecha y todavía no se sabe a ciencia cierta cómo va a estar de lleno el día 28 de abril. Los expertos en la cuestión demoscópica auguran que la bolsa de indecisos es tan grande esta vez que muchos decidirán su voto a ultimísima hora. La nueva política nos ofrece productos políticos que son como detergentes o sardinas enlatadas ante las cuales uno nunca sabe de qué manera acertar, y los chicos/as de la ‘generación Z’ que votan por primera vez  lo decidirán todo el domingo muy de mañana según sientan vibración de su móvil ese día.  Es lo realmente curioso de este tiempo: el aumento de la oferta política ha traído como consecuencia un desencanto generalizado.
Hay cinco opciones potentes y salvo algunos entusiastas, más en los extremos del espectro, el resto te suele decir: “Ninguno me entusiasma”. Preocupante la vejez prematura y vertiginosa de este nuevo tiempo. “Es como cuando había dos cadenas de televisión que era mucho mejor que ahora”, me decía hace unos días una simpática trabajadora en la peluquería mientras hacía su trabajo. De manera que los españoles vamos a terminar por añorar los tiempos del PSOE-PP según se palpa ya en peluquerías y bares, que son siempre como los grandes termómetros del estado anímico de la patria. Así que estamos en vísperas de elecciones históricas con oferta múltiple, y una mayoría de españoles diciendo que casi era mejor cuando solamente había dos canales.
Hay  una sensación de cansancio ante la excesiva fragmentación política de España que nos podría conducir a una inestabilidad pertinaz y crónica, y alguno de las personas con las que hablo últimamente pronostican unas nuevas elecciones generales en Otoño porque lo que salga de las urnas abrileñas será tan sumamente turbio que no habrá combinación posible que lleve a alguien a la Moncloa. Pedro Sánchez aguantaría entonces otros meses más a base de “viernes sociales” en los que nunca se acuerda mucho de las necesidades de Castilla-La Mancha por más que de vez en cuando se pase por aquí y Page, Tolón y Gutiérrez le pidan al unísono el fin del trasvase, cargados de razón ahora tras la cascada de sentencias del TS que ponen en jaque rotundamente la forma en que ha sido tratado el Tajo por unos y por otros desde el gobierno de España. Pero el grifo se sigue abriendo.
Y lo cierto es que este país comienza a necesitar sosiego y tranquilidad, no estar sometido cada dos por tres a las urnas que siempre requieren una buena dosis de sobreactuación y falsedad de parte de los que piden el voto. Necesitamos los españoles paz y buena gobernanza como agua de mayo y no esta sobrexposición a la política electoralera tan provista de colesterol como de pocas vitaminas. Lo necesitamos como agua de mayo, pero en ese mes tendremos las municipales, europeas y autonómicas. En Castilla La Mancha, Emiliano García Page, acaba de cerrar una legislatura compleja en la que ha tenido que hacer auténticos equilibrios en el alambre para culminarla. Ahora el vicepresidente, José Luis Martínez Guijarro, augura unas cortes regionales hasta con cuatro partidos. Sería algo inaudito en nuestra tierra, que hasta 2015 fue territorio de un bipartidismo perfecto. Luego llegó Podemos que veremos a ver dónde termina tras una legislatura en la que se han peleado entre ellos de manera descomunal con traca final en el ayuntamiento toledano. Y de Vox y Ciudadanos poco se conoce a nivel de Calle Ancha, por donde ya se pasea Juan Carlos Girauta, el toledano de adopción, último representante genuino de ese paracaidismo electoral que siempre tuvo en Toledo una gran explanada de aterrizaje.