Jesús Morales

Nada particular

Jesús Morales


Torturas modernas

29/06/2021

Hay algunos pueblos en la comarca de Talavera, estoy seguro que fuera de la comarca también;  Sotillo de las Palomas, Velada, Lucillos, Parrillas, etc. que sufren una nueva y desesperante tortura tan molesta o más que cincuenta legiones de mosquitos trompeteros en una bochornosa noche de verano: las motos atronadoras de los jóvenes casi siempre forasteros,  llegados con sus papaítos a pasar ‘unos días en el pueblo’. Estos pelmazos suelen llegar de ciudades más grandes como Talavera o el mismísimo Madrid, parece ser que con el insensato propósito de molestar lo más posible a los tranquilos nativos, indefensos ante esas máquinas del infierno dedicadas a hacer el mayor ruido posible ya que los motoristas no suelen ir a sitio ninguno y su única tarea consiste en dar vueltas por los alrededores y las calles del para que les vean y quemar gasolina castigando el motor y a los vecinos del pueblo a base del ruido brutal y molesto, cuanto más mejor.
Pongamos que usted pasea plácidamente por el campo disfrutando de los sedantes trinos de los pacíficos pajarillos, mientras deliciosos efluvios de hierba y cereal sembrado  le regocijan con su olor los sentidos y se encuentra en la gloria sin pensamientos incómodos  ni preocupaciones, más cerca del nirvana que de cualquier ansiedad indeseada, cuando de repente, sin aviso alguno le llega lejano, mezclado con los trinos de los pajarillos, el ruido inconfundible del motor a toda pastilla del escape libre de una motocicleta, es como el espantoso regüeldo de un gigante monstruoso, un eructo de Gargantúa harto de comer amplificado por el equipo de sonido de cualquier grupo heavy-trash metal salvaje. Ya digo que el intenso ruido funesto lo detectó usted en la lejanía pero tiene la certeza que el cargante piloto va a su encuentro, en su misma dirección  porque se va haciendo cada vez más próximo y estrepitoso; efectivamente pasados unos pocos segundos el motorista pasa rozándole como si pretendiera echarle a la cuneta repleta por otra parte de botes vacíos de cerveza y mierda en general y sin querer me pregunto ¿qué medios tienen en estos pueblos para poner fin a esta molestia infinita? Ahora que existe la preocupación por lo que llaman de manera tan cursi ‘la España vaciada’ es el momento de dotar a esos pequeños y sufridos ayuntamientos de capacidad e instrumentos para hacer frente a estas molestísimas y modernas plagas llegadas de las ciudades cercanas.
Todo se pierde y todo degenera aunque los pueblos hace años tenían un medio bastante eficaz para poner a la gente en su sitio, en el caso de esos pelmazos del ruido, se llamaba pilón, era inofensivo pero quitaba muchas manías.