Enrique Sánchez Lubián

En el Camino

Enrique Sánchez Lubián


Cuarentena

29/09/2019

Durante la gran peste negra del siglo XIV, Venecia nombró guardianes de la salud para evitar que el mal asolase a sus moradores y diese al traste con su liderazgo político, marítimo y comercial. Entre las medidas adoptadas figuraba su aislamiento durante ‘quaranta giorni’, práctica de la que deviene la palabra cuarentena, acción preventiva a la que por razones sanitarias son sometidos personas o animales para impedir el contagio de ciertas enfermedades.
Cuanto ha ocurrido en los últimos meses contribuye a que muchos (45 por 100, según el último CIS) consideren las actitudes de nuestros políticos como una de las epidemias que corroen la normalidad democrática del país. Si hubiésemos de votar hoy, es muy posible que la decepción tras ver como la izquierda ha sido incapaz de conformar un gobierno progresista nos incitase a quedarnos en casa y sumarnos al creciente bando abstencionista que vaticinan los analistas demoscópicos. Expresar así nuestro rechazo sería comprensible correctivo a quienes con su falta de entendimiento nos han abocado nuevamente a las urnas, pero con ello en nada favoreceríamos a resolver la inestabilidad arrastrada desde hace años. Ya es tiempo de contar con un gobierno fuerte que dé respuestas a cuantos problemas acucian de verdad a los ciudadanos, demostrando que lo primero son las personas.
Cuarenta días nos separan del fin de la campaña electoral para el 10-N. Nuestro voto, aunque visto cuanto ha pasado pueda parecernos lo contrario, es una herramienta poderosa. Con ella podemos contribuir a conformar mayorías parlamentarias de un signo u otro. Por eso no debemos malgastar nuestra decisión dejándonos arrastrar por sentimientos de desafección. Tenemos por delante una peculiar cuarentena para modular nuestro colérico cabreo y decidir qué hacer, discerniendo culpabilidades entre los protagonistas de esta legislatura fallida, exigiéndole a cada uno la responsabilidad que en verdad le corresponda por su incapacidad para desbloquear la crisis y mereciendo ser resarcidos por tanta frustración sobrevenida. Votar es expresión de fortaleza y madurez democrática. Ahora, por mucho que el cuerpo nos lo pida, no debemos declinar tal derecho, dejando bien claro a cuantos candidatos van a ronearnos en próximas semanas que nuestros votos ni son gratuitos ni fruslerías que ignorar.