Ignacio Ruiz

Cabalito

Ignacio Ruiz


Fidelizar la cercanía

31/03/2021

Si no viene la montaña a nosotros, porque cierran las lindes regionales, habrá que hacer uso del terruño para disfrutar aquello que, de cotidiano, no le damos tanto valor.
Es cierto que algún visitante extra-regional nos llega, pero no es menos cierto que alguno de los nuestros habrá ido a parar a la playa, o a la región de más allá. Como decía José Mota: «- las gallinas que entran por las que salen»- Es lícito, no; es reprobable, sí; es comprensible, también.
Esta Semana Santa en la que los pasos procesionales van a estar expuestos en las iglesias, serán un buen reclamo para conocer, de cerca, los detalles de la imaginería que guardamos en nuestra región. Y, ya puestos, poner un poco más de atención en las constantes necesidades que tiene la Iglesia para mantener un patrimonio monumental tan rico.
Qué gran ocasión para visitar los yacimientos arqueológicos o las rutas senderistas, o los paisajes cinegéticos, o las bodegas de autor, incluso las almazaras cooperativas y comprar de lo nuestro.
Este es un buen momento para conocer qué es lo que nos sustenta como región. Una buena marcha nos permitirá conocer los diferentes paisajes que nos embellecen, desde los Montes de Toledo, a la Mesa de Ocaña, pasando por la Mancha y llegando a las hoces del Júcar o la serranía alcarreña, la llanura que circunda Almansa inclinada hacia un Levante cuasi turísticamente desértico; nuestros pueblos coronados con sus castillos y ruinas de comprometidas contiendas en tierras de Calatrava o, el bien más preciado de todos y escaso en muchos kilómetros cuadrados de nuestra región: el agua.
Y en cada zona, en cada pueblo, en cada rincón, un plato que degustar. Una rica gastronomía bañada en generosos caldos vinícolas, con aceites de oliva de relumbrón, con artistas de los fogones dispuestos a salvar su negocio, su familia, pero también su tradición, que es la nuestra.
El turismo en Castilla-La Mancha se ha de nutrir, no sólo ahora, sino siempre, de turistas propios que aprendan a disfrutar su tierra, sus gentes. Tenemos que conseguir fidelizar al castellano-manchego, que se arraigue con turismo rural, turismo natural, o turismo cultural doméstico y otros los imitarán.
Cuanto más conozcamos de nuestra tierra, comprenderemos que carecemos de mucho, pero envidiamos de pocos.