Pilar Gómez

MIS RAZONES

Pilar Gómez


Incógnitas ante el 2022

03/01/2022

Dejamos atrás 2021 con más angustias de las esperadas y con más incógnitas de las deseables. La pandemia, lejos de cesar, como preveíamos, ha continuado su avance estrepitoso en forma de una variante aún más contagiosa que las precedentes. Menos dañina, eso sí, o al menos es lo que reflejan por ahora los datos sanitarios. Pero no deja de ser una inquietante realidad con la que no se contaba. En España ya está vacunado el 90 por ciento de la gente y sin embargo nunca se habían alcanzado semejantes números de positivos en los cientos de miles de test que estamos efectuando. La buena noticia es que los expertos anuncian que esta ofensiva irá en retroceso y más bien pronto. Así ocurrió en Sudáfrica, donde se detectó por vez primera el rastro de esta ómicron que ahora nos convulsiona.
En cualquier caso, es cierto que poco se puede predecir sobre la futura evolución de este mal que parece haber llegado, desde China, para quedarse eternamente, aunque con efectos mucho menos letales de los que padecimos al principio.
El presidente del Gobierno se fue a Quintos de Mora luego de habernos obsequiado con un discurso rebosante de falsedades, medias verdades y un edulcorante intragable. No cuadran los números y las expectativas económicas que allí ofreció con nuestra inquietante realidad, desbordada de previsiones económicas que nos sitúan a la cola de Europa en el ranking de cómo se está saliendo de los efectos devastadores de este bienio demoledor. Ni ha bajado el precio de la luz a las cifras de 2018, como prometió con una soltura digna del mayor de los cinismos, ni el PIN se ajusta a lo anunciado por el Gobierno, ni la inflación nos deja respirar, ni las empresas recuperarán el tono de antes de la llegada de los contagios... Nada de lo que anunció es cierto. Tampoco es novedad porque Sánchez tiene enormes dificultades para lograr que sus palabras tengan algún asomo de sinceridad. Gobierna para el relato y no para la gestión. España se va hundiendo lenta, paulatinamente, se está convirtiendo ya en el enfermo de Europa y no parece que a nadie le preocupe. Ya hasta celebramos una reforma laboral que consiste tan sólo en no haber dinamitado la de Mariano Rajoy, en lugar de que haya supuesto un paso al frente para abordar los enormes retos del futuro. Ni crea empleo, ni fomenta riqueza, ni nos permite avanzar en los enormes retos que imperan en estos nuevos tiempos. Nos hemos quedado en el calendario de hace veinte años.
En fin sólo cabe pensar en que estas previsiones no se concreten en terribles realidades, pero hay muy pocos datos que nos permiten esperar lo contrario. Eso sí, para entrar con cierto optimismo en el nuevo año, que es lo que toca, habrá que confiar en que finalmente la pandemia vaya desprendiéndose de su faz más terrible y se convierta en una gripe más, un padecimiento anual al que se puede hacer frente sin grandes desastres. Que así sea. Feliz Año.