Enrique Sánchez Lubián

En el Camino

Enrique Sánchez Lubián


Y el Estado seguía ahí

29/03/2020

No ha pasado lo peor y ya debatimos sobre la sociedad post-coronavirus. Al atravesar un túnel nunca salimos al lugar por donde entramos. Cuando acabe el confinamiento no estaremos en el mismo estadio que dejamos hace dos semanas. Tampoco, por desgracia, seremos los mismos. Sentido apoyo a cuantos han perdido familiares, amigos y conocidos. De cómo apliquemos la lección que estamos aprendiendo hoy dependerá, mañana, la reconstrucción del porvenir.
Llevamos tiempo escuchado que el Estado del bienestar ha terminado. Surgido al amparo del crecimiento económico, su finalidad fue garantizar a los ciudadanos derechos como el empleo, el consumo, la educación, la sanidad o prestaciones sociales. En las últimas décadas, con el auge neoliberal comenzó a desmantelarse. Tras la crisis de 2008, los recortes y las privatizaciones se aceleraron. Decía Mcluhan que el ‘mensaje es el masaje’, por aquello de que la pertinaz repetición de un argumento actúa sobre nuestra conciencia con el mismo efecto relajante que las diestras manos del fisio lo hacen sobre la incómoda contractura. Así, se puso en marcha un potente mantra ideológico orientado a convencernos de que cada uno deberíamos asumir responsabilidades de autoprotección y, echándonos en manos de lo privado, garantizarnos nosotros mismos la educación de nuestros hijos, los cuidados cuando fuésemos mayores, la asistencia sanitaria o las pensiones futuras. Lo público, mantenido con impuestos de todos, era despilfarrador, caro, insostenible, incapaz o corrupto. Si sus prestaciones, además, eran universales y gratuitas, ¡vade retro, Satanás!
En esas estábamos, cuando la pandemia ha vuelto a echarnos en manos del Estado, cuyos fines primordiales, no lo olvidemos, son garantizar el bienestar general y la seguridad integral de los ciudadanos. Todas las miradas se han vuelto hacia el mismo buscando soluciones y amparo. Y lo estatal, con las carencias y dificultades que conlleva gestionar una crisis de envergadura tan terrible e impredecible como ésta, está dando respuestas, liderándola y, contando con la colaboración de miles de ciudadanos, manteniendo al país en píe. Como en el conocido cuento de Montarroso, cuando la pandemia nos atacó, el Estado seguía ahí. No seamos frágiles de memoria y, ahora que volvemos a estar al tanto, recordémoslo al salir del túnel.