Ilia Galán

LA OTRA MIRADA

Ilia Galán

Poeta y filósofo


Horizonte de esperanza

21/05/2020

Con mayo avanzado llegó finalmente la calor, agostando en muchos campos las hierbas frescas que las lluvias de una primavera hermosa con flores variadas nos trajera y una natura resplandeciente llamaba a las gentes a la sombra o al apacible reposo, mas en muchos lugares las gentes no podían todavía moverse. ¿Creía el lector que hoy tañeríamos diferente nuestra canción? El monotema general llegó para quedarse, como el cibertrabajo, frenético, durante un tiempo, al menos hasta que acaben los confinamientos y aun luego... Ya tendremos momentos de hablar de otros eventos, aunque todos estemos saturados de informaciones y desinformaciones, de confusiones y retracciones sobre lo que rodea al pequeño ser vírico y sus malditos efectos.
Foucault, filósofo icónico de la rebeldía intelectual, adorado por las izquierdas, ya hace décadas lo advirtió. Los estados van camuflando el poder en formas veladas y sutiles de modo que los ciudadanos lo aceptan sin enterarse, como ocurre con la salud pública. «Por su seguridad, por su bien» le impondrán mil y una normas que tendrá que aceptar, como las multas en las carreteras por exceso de velocidad, y así se está demostrando en los últimos años, invadiendo cada vez más el ámbito privado, matriculando los huevos que comer podemos, impidiendo como antaño la crianza o reglando las matanzas... Con la epidemia vemos sin verlo un comité secreto de expertos, de quien no sabemos nombres ni criterios, que decide sobre nuestras vidas y cómo y dónde podemos movernos... Como eran las denuncias anónimas a la Inquisición... También hemos visto en estos tiempos a los «policías del balcón»: civiles insultando a quien por la calle iba con un hijo autista que sacaban a tomar el aire para que no se automutilase... O a ese ciclista profesional al que casi atropellan entre denuestos... «Puritanos» y «aleccionadores» pueden excederse en sus morales atribuciones. En cambio, los adolescentes, como siempre, saben campar saltándose los límites. 
No han salido las estadísticas de suicidios, pues han sido espantosas, ya lo eran hace años y morían más huyendo desesperados de la existencia en esta tierra que por accidentes de tráfico; están por aclararse los casos de violencia doméstica, horrendos: si nos encierran en un armario con quien más amemos, al cabo de un rato nos estará molestando. El espacio es algo objetivo, como las infraviviendas... Si ya antes, con la libertad, había violentos monstruosos, qué pueda haber pasado en este general confinamiento todavía no lo sabemos... ¡Cuántos cadáveres habrá incrementado en sus carros la Muerte llevándoselos al otro barrio en estos meses de generales prisiones! 
Hizo falta tomar medidas y observamos cómo casi todos las cumplen. No volveremos al punto de inicio porque ya no hay manifestaciones, partidos de fútbol, procesiones o bares abarrotados y discotecas que transmitir puedan como antes, y sin mascarillas o guantes, al maléfico bicho. ¿Libertad?