El pasado día 15 tuve el privilegio (en su sentido etimológico: priva legis, privación de ley, excepción a la ley) de asistir en la Catedral a la ordenación episcopal de Monseñor César García Magán.
Después de la muy solemne ceremonia, cuando me llegó el turno del 'besamanos' (en sentido virtual por el Covid) le dije que pedía a Dios que le ayudase en sus nuevas responsabilidades y que leyese, si no lo había leído ya, el libro de San Bernardo titulado 'Tratado sobre la consideración al Papa Eugenio'.
San Bernardo lo terminó de escribir en 1152, un año antes de su muerte y está dirigido al Papa Eugenio III (lo que se dice para el Obispo de Roma es aplicable a cualquier Obispo), que fue antiguo monje del propio monasterio de San Bernardo de Clairvaux, y que había sido elegido Papa en 1145. El término 'consideración' quiere significar una visión de las personas y de los acontecimientos y una amplia reflexión que busca la verdad y da consejos sobre el cumplimiento de los deberes del Pontífice, y por extensión de todo Obispo.
El libro se divide en cinco partes, y es en la segunda donde entra de lleno en su objetivo que es la distinción entre 'consideración' y 'contemplación', para examinar cuatro realidades: la persona, lo que está debajo de la persona, lo que está alrededor y lo que está encima.
Al referirse a la persona le pregunta: ¿qué eres? (cuál es tu naturaleza humana, racional y mortal); ¿quién eres? (que significa ser Papa -u Obispo-, quien eras antes y quien eres ahora); como debes ser (que cualidades o que virtudes deben acompañar a tu conducta).
Lo está debajo de la persona supone observar las realidades sobre las que se ejerce la autoridad, teniendo en cuenta que el límite de esa autoridad no es territorial sino espiritual, lo que implica la lucha contra la ambición, la avaricia, el laicismo y todas las desviaciones del mundo moderno. Lo que está alrededor puede describirse en círculos concéntricos: el más amplio es el ámbito territorial de la Diócesis; el siguiente será, en un sentido amplio, la curia que le rodea; y el más cercano, la casa y los amigos.
Y lo que está por encima es Dios, objeto de la 'contemplación'. Pero un Dios uno y trino, cuerpo y verbo, principio y fin; motivo de gloria para el humilde; un misterio que no puede conocerse pero que se hace accesible. El amor es el único capaz de penetrar esas realidades y la oración es un deseo insaciable y que no acaba nunca de seguir buscando a Dios.
San Bernardo advierte del peligro de las excesivas ocupaciones, a veces de poca dignidad; de la necesidad de la 'consideración', entendida como la preferencia de la piedad como valor absoluto; de la mutua dependencia de las cuatro virtudes (templanza, prudencia, fortaleza y justicia); advierte también de la maldad de su época (qué decir de la nuestra); previene especialmente de los ambiciosos; exhorta al celo y a la humildad; señala la dignidad de su persona y las prerrogativas de su potestad; aconseja mantenerse en el justo medio y como debe conducirse en la prosperidad y en la adversidad; y señala que deben evitarse el ocio, las chanzas, el favoritismo y la credulidad.
Estamos seguros de que Monseñor García Magán será un gran Obispo. Y también de que la Diócesis de Toledo ha ganado, no solo en eficacia, sino en lo que más importante, en prestigio y proyección de la Iglesia.