Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


Geopolítica del conocimiento

11/03/2021

El viernes pasado se celebró la sesión anual de la Asamblea Nacional Popular de China donde el primer ministro, Li Keqiang, presentó el XIV Plan Quinquenal que había sido redactado en octubre por el Comité Central del Partido Comunista, cuyo secretario general, Xi Jinping, es también el presidente de la República Popular. Los líderes chinos, en un contexto internacional de incertidumbre, pretenden proteger su modelo de crecimiento cualitativo, reduciendo su dependencia del exterior en favor de su mercado doméstico, para alcanzar en 2035, duplicando su PIB, la modernización socialista del país. Para su consecución, es prioritario el impulso de la innovación científica, la autosuficiencia tecnológica para proteger su economía de disputas comerciales, su pujanza en ciberespacio e inteligencia artificial y su posición como fabricante de calidad en el mercado mundial.       
Puede que también sea parte de su política económica establecer sus propios indicadores de evaluación científica para que la calidad de su ciencia y de sus investigadores no tenga que depender de la cienciometría occidental. El estudio de la ciencia mediante indicadores cuantitativos relacionados con la inversión, las publicaciones, las patentes o la distribución de las citas tuvo su origen durante la guerra fría para medir la eficiencia del sistema de ciencia y tecnología en la carrera armamentística para, posteriormente, servir al cambio de modelo político de la ciencia orientado a la sociedad. Se promovieron distintas bases de datos de citas - Science Citation Index (SCI), Journal Citation Report (JCR) o Social Sciences Citation Index (SSCI)- que hicieron posible calcular con el factor de impacto la relevancia de las revistas científicas y de los investigadores.
Durante ese tiempo, China también ha utilizado estos índices para evaluar su investigación, destinar financiación para colocarse en vanguardia internacional y prestigiar las carreras de sus científicos. Ahora que nos cuestionamos el conocimiento y los resultados de las investigaciones chinas relacionadas con la pandemia, aplicándolos, China desde 2016 ha sido el país con más investigación publicada, su investigación es la más citada después de la estadounidense y Pekín es la primera ciudad científica del mundo.
A pesar del aparente éxito, el año pasado, las autoridades chinas establecieron medidas orientadas a evitar la dependencia de estos índices internacionales. Una de ellas es que un tercio de las investigaciones que evalúen a los investigadores estén publicadas en revistas nacionales. De esta manera, se salva la desventaja que supone tener que publicar en un perfecto inglés, lo que implicaba el rechazo de muchas investigaciones. Algunos suponen que los investigadores no publicaran en mandarín porque su trabajo será inaccesible para la comunidad científica internacional, pero China se propone que sea también una lengua franca científica. Si establece su liderazgo en campos científicos de gran interés en nuestros días, por qué el resto del mundo ignoraría su conocimiento escrito en mandarín.
Será ambición, cosas de la mercantilización del saber del que habla Lyotard o del capitalismo cognitivo de Mattelart caracterizado por la legitimidad científica de la cienciometria o la desigualdad de las lenguas en el mercado de la ciencia.