Miguel Ángel Sánchez

Querencias

Miguel Ángel Sánchez


Distancias

07/02/2020

Vivo en las distancias. He vuelto al camino, que es como vivir en los lugares de nadie, libres y limpios. Sintiendo, observando. Tomando el pulso de los días. Y a las noches. Devolviendo, de nuevo, los ojos a los paisajes y las distancias. Volver a sentir en los ojos el cobijo de las lejanías. Porque la distancia siempre es un consuelo. Una tierra de nadie, sólo mía. Un tiempo sólo mío. Pongo en el teléfono a Rachmaninoff, Tchaikovsky, Bach... . Todo se funde. Cielo, distancia, águilas, luz, música... Y ahora los almendros de febrero.
Los almendros de febrero acuden a rescatarme. Los llevo buscando desde hace tiempo, incluso principiando enero. Pero sólo vuelven cuando desaparece la niebla y la luz se hace luz de primavera, luz limpia, fuerte, tan transparente que parece que puedes tocar todo, por muy lejos que esté. Los almendros son un privilegio de ser y armonía. Almendros de la distancia, atalayando un cerro, refugio de torcaces. Almendros de algodón desde la carretera, No piden permiso. Jamás. Los almendros de verdad son almendros rebeldes, almendros de las cunetas, fuertes y rotundos. Almendros trazando un camino por el que trotan dos galgos. El almendro es el árbol de la verdad. El árbol que brilla primero. El que sabe que los inviernos ya son sólo inviernos moribundos. Lo saben los almendros, y también los milanos reales, los milanos del viento.
Milanos del viento. Uno, dos, tres, cuatro... los voy contando día tras día. Son milanos de las tierras del norte que invernan en estos territorios desiertos, estepas tapizadas del verde nuevo de centenos y cebadas. Los observo sobrevolar la carretera, la autovía. A veces, cuando viajo temprano, los veo llegar desde los dormideros de más allá de Novés y de la ruina de Caudilla. Cada uno va ocupando su tramo, somero, avizor. Los ratoneros esperan en los postes de la luz. Los cernícalos también. Todo está dispuesto, con su ritmo, en su lugar, a su tiempo. En su momento. Y pasa un bando de aguanieves, aguanieves cansadas, nerviosas, que sienten ya la primavera.
Primavera. El lunes escuché a la primavera. Alcaravanes al anochecer en Quero. La primavera será larga y buena. Lo presiento. Primavera de distancias. Sin asiento. Nómada. Se irán los milanos, vendrán los primillas. Y las calzadas. Entonces, en las tardes largas de abril iré a buscar a las avutardas. Y a los últimos sisones. Quizá llueva, quizá por fin vuelva la lluvia de abril y lo llene todo de lejanías transparentes. Entonces, ese día, pararé, y dejaré que me empape la lluvia y la luz. Mientras, espacio, invierno, carretera, despertar. Distancias.