Alejandro Bermúdez

Con los pies en el suelo

Alejandro Bermúdez


Con el 7,5% y lo celebran…

19/02/2021

Cada vez me convenzo más de que es cierto eso de que los dioses ciegan a los que quieren perder. Es obvio que los dioses quieren perder a la derecha española. La razón la desconozco pero no anda muy lejos de que el castigo divino venga por la corrupción, la torpeza y la cobardía.
Que el PP ha estado minado de corrupción no lo discute nadie. Lo único que se discute es que el PSOE lo ha estado también y la sociedad le cobra menor precio. Realmente, si la derecha no fuera torpe estaría agradecida de este sobreprecio. La razón es obvia: se exige más al que más se valora y está claro que los valores de la derecha son más sólidos que los de la izquierda, en la que casi todo vale.
Ante la situación de corrupción el PP debería haber hecho dos cosas: la primera es pedir disculpas. No vale eso de «yo no estaba allí cuando eso sucedió» porque tampoco estaba cuando se ganaron elecciones y se hizo del PP el partido más grande de España y sin embargo se aprovecha esa grandeza. Un político que acepta liderar un partido lo hereda todo, lo bueno, lo malo y lo regular, y si no que construya uno propio… si es que tiene quien le siga.
Lo segundo que debería haber hecho es explicar a los españoles los lodos de los que vienen estos barros. Sería tratarlos como mayores de edad y seguramente ayudaría a entender la situación. Quizá, si se les dijera a los españoles de forma clara con qué medios se pagó la estructura democrática necesaria después de la dictadura: partidos políticos, sindicatos y asociaciones de toda índole, comprenderían el porqué de la galopante corrupción a que se llegó y se podría  superar esa etapa. Lo  que no vale es lo de echar balones fuera y quedarse dentro.
La torpeza del PP, que es lo único que comparte con el resto de los grupos a la derecha del PSOE, se pone de manifiesto no ofreciendo a los electores un líder con peso específico. Un líder que lo sea de forma natural, sin necesidad de adornos artificiales adquiridos en un mercadillo. La petulancia de VOX no puede ser más torpe. Celebra un 7,5% de los votos de Cataluña como si de un vuelco electoral se tratara, cuando deben tener claro que su postura política difícilmente llegará a ser mayoritaria en la sociedad española, como tampoco es fácil que lo sea la de Podemos, ni lo quiera Dios.
De Ciudadanos no es necesario hablar, ya lo hace su líder. Con eso su amortización está asegurada, como le ocurre a todo el que no sabe qué quiere ser de mayor.
En definitiva, lo que tenemos es una derecha corrupta, dividida, sin líderes dignos de tal nombre y que, o esconde sus principios por puro complejo cobarde o son principios trasnochados y encima, cuando una insignificante taifa moja la oreja a otra de su propio espectro lo celebra como si hubiera descubierto la vacuna definitiva para el coronavirus. Mientras tanto la fiesta de verdad la celebra la izquierda, que ve en esta actitud de la derecha el mejor seguro para perpetuarse en el poder. El problema es que hay muchos españoles deseando tener una alternativa y hay un país esperándola ¿algún voluntario?