Alejandro Ruiz

EL REPLICANTE

Alejandro Ruiz


El falso 9

08/07/2021

Erróneo planteamiento por parte de la Unión Europea, que por un lado fomenta la identidad europea mediante el programa Erasmus, entre otros, que, aunque tiene una finalidad esencialmente educativa, viene a integrar y a cohesionar a los jóvenes europeos como ninguna otra cosa lo hace, mientras que por otro lado permite y fomenta en su seno campeonatos de selecciones nacionales de fútbol de exaltación nacionalista patria.
Tiene escrito el historiador Alejandro Quiroga, con referencia a la dictadura de Franco, que «el régimen militar promocionaba una narrativa nacionalista asociada al fútbol, que perseguía incrementar la identificación de los españoles con la dictadura». Con la selección española de fútbol de 2008, 2010, 2012, y ahora, con este grupo de futbolistas jóvenes que no conocíamos hace un mes, pero que hemos tenido el gusto de conocer, cerramos el círculo de la dictadura a la democracia mediante ese carácter indisociable que existe entre el fútbol y la política.
En pleno partido de la selección española contra Italia, la magia del fútbol, como siempre, tiene la capacidad de hacernos olvidar la pandemia, el paro, la deuda pública y los generales problemas personales de cada uno. De este modo, en la primera parte del partido, y sobre todo cuando España dominaba el juego, en plena euforia nos encontramos con el gol de Morata. En ese instante, perdidos en nuestro subconsciente futbolístico y mitológico de siempre, en plena enajenación mental de nuestra personalidad colectiva, ensimismados en la desorientación de la realidad, el fútbol nos aportó un instante de satisfacción y de olvido. El gol nos introduce en un estado de ánimo positivo, nos da confianza en la capacidad colectiva de abordar tareas para alcanzar los fines propuestos y los distintos aspectos de la actividad mental del individuo fluyen de forma armónica en el sistema límbico de la nación.
Se trata de un arrebato futbolero en el embrujo del residuo tribal y ancestral, que nos identifica con aquellos a quienes delegamos la defensa del honor del grupo, representándonos en el combate mitológico del balón. El fútbol como solución imaginaria al separatismo, hasta que, de nuevo Morata, con el lanzamiento fofo de su penalti, nos reintegró al recuerdo de los indultos a los secesionistas, al paro juvenil, la incidencia acumulada del virus o los porcentajes de vacunación, ganando otra vez España la Eurocopa del caos y la desolación. Al fin y al cabo, la felicidad no es más que una tregua de pequeños placeres.
El mito es uno de los recursos con los que los humanos contamos contra lo que Blumenberg denomina ‘el absolutismo de la realidad’, es decir, ese carácter incontrolable y horroroso que la realidad presenta frente a nuestra impotencia e incapacidad para controlarla.
Y esto, lo sabía Franco y lo sabe nuestro falso de turno. El falso 9, quiero decir.