Enrique Sánchez Lubián

En el Camino

Enrique Sánchez Lubián


El convenio y su afán

25/11/2021

Jerónimo López de Ayala y Álvarez de Toledo, conde de Cedillo y vizconde de Palazuelos, está considerado como uno de los toledanistas más reconocidos de los tiempos pasados. A él se deben valiosas aportaciones al estudio de la historia, el patrimonio y la cultura de nuestra capital. En el verano de 1889, en la revista ilustrada 'Toledo' y bajo el título de 'Ciudad modelo', publicó un curioso artículo en el que un viajero, adormilado durante el trayecto en tren desde Madrid, soñaba sus próximos días en la antigua capital visigoda tras haber recorrido varios países europeos.
Junto a los tesoros del Toledo histórico, el relato de Palazuelos se detiene minuciosamente en contarnos lo espectacular de un nuevo ensanche surgido extramuros de la ciudad, donde se abrían amplias plazas y avenidas ornadas con estatuas y obeliscos, teatros para representaciones de ópera y comedia, edificio para bolsa, jardín botánico, una gran biblioteca, universidad, tranvías eléctricos, parque zoológico y hasta vaporcillos surcando el Tajo. Semejantes maravillas se levantaban, nada más y nada menos, que en la Vega Baja. Ni que decir tiene que estas líneas solo eran una fantasía evidenciando la decadencia que por aquellos años atravesaba la ciudad, "capital de provincia de segunda clase" según sus propias palabras.
Si estos anhelos de modernidad se hubiesen hecho realidad en algún momento del último siglo, el reciente convenio para actuar en la recuperación, preservación y puesta en valor de la Vega Baja y los restos arqueológicos allí existentes no tendría ningún sentido. Pero como desde que hace quince años se desbaratasen los proyectos urbanísticos que condicionaban el futuro de este paraje toledano muy poco se ha hecho al respecto, que el Gobierno de España, la Junta de Comunidades y el Ayuntamiento de Toledo hayan rubricado este acuerdo de actuación conjunta, es, sin duda y pese a quien le pese, un importarte paso para que allí comiencen a desarrollarse intervenciones que, como la premiada 'Senda de las Moreras', contribuyan a que disfrutemos dicho espacio como algo más que un descampado por donde caminar viendo brincar a los conejos o crecer florecillas silvestres entre ortigas y abrojos. Y así, al igual que cada día tiene su afán, este convenio tripartito puede transformar un problema en una oportunidad. Que así sea.