Enrique Belda

LOS POLÍTICOS SOMOS NOSOTROS

Enrique Belda


El PSOE se evade en la máquina del tiempo

01/06/2021

Lo mismo nos llevan nuestros líderes a 2050 que a 1936. La evasión en el tiempo y el espacio es un recurso del ser humano para olvidarse de su triste presente, lo que pasa es que en manos de los gobernantes es absolutamente inútil para la gente (no para ellos). Claro que hay que hacer justicia histórica y anticiparse el futuro, pero ese ejercicio es pertinente cuando se hace bien y en momentos propicios al pensamiento y la planificación. Ese no es el ambiente de 2021, en el que no nos dicen qué harán mañana mismo pues no lo saben, y cuando lo saben, esperan a que ciertas fuerzas nacionalistas fragmentadoras les den el visto bueno. Con todo, lo peor es la manipulación que del futuro y el pasado se hace para sacar provecho cortoplacista e inmediato, y que sus planes se ejecuten caiga quien caiga. En mi ciudad, por ejemplo, los socialistas deciden por los votos que tienen en 2021, declarar a personas muertas ocho décadas atrás como rebeldes, alegando la ley de memoria histórica. Lógicamente la gente normal y las familias de los afectados no admiten que el honor y la imagen de los suyos sea manoseada apelando a antiguas banderas y procesos inquisitoriales jacobinos o bien desde la incultura, o bien desde la mala fe. Como en otros sitios, han querido escenificar que quitaban calles a los franquistas, pero como eso se hizo al menos en mi ciudad por el centro derecha en 1980, no han dudado en buscar franquistas donde no los hay, ante el estupor de los descendientes de los afectados. Ejemplo: le retiran el nombre a una barriada porque estaba dedicada a un falangista al que los buenos matamos antes que se produjera el levantamiento de 17 de julio de 1936, y que creía que Franco era republicano. Explicación que dieron hace tres años: no era rebelde, pero lo iba a ser. No contentos con eso, le quitan también la calle al fundador del diario más antiguo de la provincia porque se le ocurrió trabajar en la posguerra en el mundo del periodismo. Es decir, todo el que era conocido por tener una labor pública en un Estado, en aquel momento cuasi totalitario, es sospechoso de fascista. Buscar la división de la sociedad, una vez más, no les va a dar resultado, y los procesos de purgas que alientan en sus aparatos de medios y redes, encontrarán una suerte de ayusismo, o reacción espontánea, que cada vez se va a basar más en la ponderación y la tranquilidad. Si ha funcionado con Ayuso, que es más visceral ¿acaso creen que no va a manifestarse cuando el electorado se enfrente con otros candidatos más pausados y menos guerrilleros? Ya estamos vacunados ante reinterpretaciones históricas de unos y otros.